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El Mallorca por fin ha superado el «síndrome de los últimos minutos». Pese a encajar un gol ante el Athlétic a falta de muy poco para el tiempo de descuento, los rojillos lograron superar el mazazo y en la prolongación consiguieron hacerse con los tres puntos. No obstante el susto no lo quita nadie y como explicaba ayer Gustavo Siviero a Ultima Hora , la «psicosis» volvió a apoderarse de la plantilla.

«Menos mal que logramos la victoria al final del encuentro. Cuando el Athlétic empató nos miramos todos a la cara y dijimos, ya está, vuelve a ocurrir. Al final tuvimos el acierto que nos faltó en otros encuentros y conseguimos la victoria final. Fueron unos minutos vividos muy intensamente, pero por fortuna logramos romper el gafe de los minutos finales. Para nosotros era muy importante ganar ese partido», señaló el defensa rojillo.

Gustavo brilló con luz propia ante el cuadro rojiblanco. De hecho Fernando Vázquez tiene muy complicado elegir en cada partido a los dos centrales titulares. Nadal, Niño y el propio Siviero mantienen cada vez que juegan un alto nivel y cumplen sin problemas con lo encomendado por su entrenador. «Todos queremos jugar, esto siempre es así y debe ser así. Lo importante es estar siempre preparado y a disposición del entrenador, luego es él quien debe decidir el que juega pero por nuestra parte lo que tenemos que hacer es estar bien dispuestos para no fallar cuando tengamos opciones de jugar».

El defensa argentino fue de los más regulares la pasada temporada. Pese a llegar de un fútbol diferente como el argentino, Gustavo se acopló con rapidez al equipo y al fútbol español y hoy por hoy es uno de los centrales importantes que militan en la Liga de las estrellas. El futbolista relataba a este periódico que «el fútbol español es diferente al argentino pero allí tuve la oportunidad de aprender mucho. Quieras o no allí hay una presión del entorno agobiante y los partidos están rodeados de una tensión espectacular. Aquí en lo futbolístico me acoplé muy rápido y pese a que el interés por este deporte es enorme no llega al nivel de obsesión que se crea en Argentina».