El filial se ha convertido en el rey del empate, en el máximo
exponente del equilibrio. El grupo de Juan Ramón López ha cerrado
cuatro partidos en tablas y su ubicación en la tabla corresponde a
la profusión de resultados mediocres. No gana, pierde poco, apenas
brilla en ataque y defiende con gracia. Es un equipo insípido, sin
referencia y falto de cuerpo. Es la X fija en la quiniela de una
categoría pobre en juego y rica en presupuesto.
El Mallorca B se ha convertido en un conjunto que sabe explotar
sus virtudes pero no pulirlas. Tan pronto saca de la chistera una
combinación de traza perfecta, como pierde la cabeza y encaja un
gol absurdo. Sólo así se explica que no haya conquistado ninguna
victoria como local y que saque máximo partido de sus visitas a
tierras levantinas. Fue capaz de asomar el rostro en La Magdalena
de Novelda (1-3) y de sacarle los colores al Murcia (2-2), pero
también ha sellado dos partidos con poco lustro. Arrancó sin ruido
ante el Premià (1-1) y no fue capaz de pasar por encima de un
Yeclano sin vida (1-1). Son puntos que huelen a derrota y que
entierran empates cosechados ante aspirantes de etiqueta como el
Cartagonova (0-0).
El preparador andaluz insiste en certificar el buen estado de
salud de una plantilla excesivamente tierna. Le falta algo de
empaque y de aplomo en defensa y efectividad en el ataque. A poco
que mejoren Da Mota, Jesús y Vinuesa el equipo tapará sus carencias
a la hora de crear. Es el filial uno de los conjuntos menos
goleados de la categoría (ha encajado siete goles) pero su bagaje
ofensivo es muy triste (suma ocho goles) por lo que ha conseguido
mantenerse a flote durante la primera media docena de partidos.
Ningún equipo de la categoría ha sido capaz de cerrar el inicio de
curso sin mácula e incluso el líder acumula una derrota.
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