28/10/99 0:00
MIGUEL VIDAL
Aunque, como se afirma en términos deportivos, la suerte hay que
buscarla, puedo decir que he tenido en mi vida profesional dos
suertes inmensas. Una, a lo largo de treinta y dos años en el
diario «AS», entrevistar en sus propias casas, en su ambiente, a
las grandes figuras del deporte mundial de este siglo, desde Jesse
Owens a Larisa Latynina, de Bob Beamon a Jim Hines pasando por
Cassius Clay, Dick Fosbury, Pelé o Garrincha. Otra, volver a mis
raíces para conocer en profundidad, y reunir gesta a gesta en la
serie «Leyendas Mallorquinas», a los grandes deportistas que ha
dado esta bendita, desigual e injusta tierra que es Mallorca.
Bendita porque quien la conoce la ama, desigual porque coexisten
demasiadas diferencias sociales, e injusta porque desprecia lo
suyo. Es la nuestra una tierra que debería estar orgullosa de tener
más campeones del mundo que toda España junta y sin embargo de los
diecinueve mallorquines que han conseguido tan inmenso honor, solo
tres han merecido el aprecio y el respeto de sus paisanos. Así, en
Felanitx, en lugar de poner Carrer des Vent le pusieron una calle a
su nombre a Guillermo Timoner (seis veces campen del mundo); en
Porto Cristo decidieron que una calle, en lugar de denominarse
Carrer des Fum, se llamara Carrer Joan Gomis, y en es Molinar
pusieron directamente una calle a nombre del tricampeón mundial Pep
Amengual.
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