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MIGUEL VIDAL Hoy, en S'Arenal, el Constància vuelve a la realidad, a este pozo que es la Tercera División que le aprisiona. Pero el pasado jueves en Inca se vivió un sueño. Como dijo el ex jugador blanquillo y actual alcalde, Pere Rotger, «el Constància necesita recuperar la historia». Y muchos de los protagonistas de esta historia se dieron cita en el celler «Molí Vell» para revivir pasadas gestas, de cuando el Constància era un equipo respetado en toda España.

Tomeu Salas, el que fuera defensa de rompe y rasga en Primera División en las filas del Hércules, Celta y Murcia, protagonista de aquel famoso partido que el Constáncia disputó en Madrid ante el Deportivo de la Coruña para ascender a Primera División en abril de 1944, elevó el listón de la emotividad cuando dijo que en sus tiempos «el Constància era el bastión del fútbol mallorquín en la Península». A su lado otros grandes ex jugadores de la entidad aplaudían con lágrimas en los ojos. Eran los casos de José Simonet, que del Constancia pasó al Mallorca y luego al Real Madrid, o Lluís Mateu, que vino de vuelta de todo a dejar sus últimos esfuerzos en «Es Cós» despues de haber pasado por el Mallorca, Alcoyano, Valladolid, Murcia, Montpellier y Atlético Baleares.

Fue la gran fiesta del fútbol. La noche en que «el Constància demostró tener corazón y sentimientos», para decirlo en palabras de su animoso presidente, Antonio Martorell, despidiendo el siglo rodeado del afecto de todos. Hubo muchísimos ex jugadores, que se pagaron la cena de su bolsillo como modo de contribuir, compartiendo experiencias y renovando ilusiones con la plantilla actual.