En una semana en la que todos se han esforzado en apelar al pasado
y recordar una y otra vez la receta del éxito, Bàsquet Inca asume
su compromiso ante el Cajasur con un tratado de intenciones en el
que no contempla margen para el error. Acumulado un déficit
respetable "tres derrotas consecutivas" y que le ha siutado junto a
los mediocres, el grupo de Olmos regresa al Palau d'Esports marcado
por los interrogantes que ha generado su baloncesto desde que se
abrió la segunda parte de la fase regular.
El cuadro mallorquín sabe que flirtea con el desencanto absoluto
y que el entorno exige una rehabilitación inmediata. «Hay que salir
con el cuchillo entre los dientes. Tenemos muy claro que no podemos
permitirnos fallar y estoy convencido de que las cosas nos saldrán
bien», advirtió Rafa Monclova. El discurso del capitán delata el
estado de ansiedad y concienciación que anida en un equipo que
necesita tomar impulso. «Durante esta semana hemos hablado de lo
que nos ha pasado en el inicio de la segunda vuelta y tenemos clara
cuál es la solución al problema. Al equipo le ha faltado
concentración en los últimos minutos, pero no creo que se vuelva a
repetir porque no queremos tirar por la borda todo lo que hemos
conseguido en los últimos meses», añadió Monclova.
Cajasur de Córdoba, un equipo armado para moverse en la zona
media de la clasificación, detuvo en la anterior jornada la
ascensión del Orense Baloncesto (80-78) y también la dinámica
perdedora en la que se encontraba atrapado. La llegada de Óscar
González "sustituyó al despedido Carlos Braña" le ha dotado de
mayor capacidad de dirección y también ha incrementado su capacidad
de amenaza desde el perímetro, desde donde Camacho y Joe Alonso son
una amenaza constante. Guest y Gladness, su pareja de extranjeros,
otorgan cierta solvencia a su juego interior, aunque una de las
principales armas del cuadro andaluz está en la velocidad que
imprime a su baloncesto. De hecho, el Cajasur de esta temporada
poco tiene que ver con el de la anterior. El baloncesto encorsetado
y militarizado que pasó durante un buen trayecto del curso ha
quedado relegado a un segundo plano con la llegada al banquillo del
joven Rafael Sanz, cuyo manual roza la anarquía. El cambio ha sido
radical.
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