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Arantxa Sánchez Vicario y Magüi Serna serán las únicas bazas del tenis español en la segunda semana de Wimbledon, después de siete días traumáticos en los que fueron eliminados 19 cabezas de serie entre los dos cuadros. Después de sobrevivir y levantar dos bolas de partido contra la yugoslava Sandra Nacuk en la tercera ronda, Arantxa vuelve a ser una apuesta en este Grand Slam en el que ya jugó dos finales, en 1995 y 1996, ambas contra Steffi Graf, y aunque el rival que le sale ahora el paso es Monica Seles, el afán de supervivencia de la española le ha hecho concebir esperanzas, incluso sabiendo que en 21 enfrentamientos sólo ha podido ganar tres.

Como ha sido norma en toda su carrera, Arantxa se resiste a perder el último partido como soltera (contraerá matrimonio el próximo 21 de julio con Joan Vehills), más sabiendo que el encuentro contra Seles será el primero en hierba, una superficie en la que la jugadora de origen serbio no se mueve especialmente bien, aunque fue finalista en Wimbledon en 1992.

Si Arantxa tiene esperanzas, las de Magüi son más que fundadas. La canaria puede aprovechar el hueco que han dejado las dos cabezas de serie que iban por su parte del cuadro, la surafricana Amanda Coetzer y la francesa Mary Pierce, a quien ella misma guillotinó en segunda ronda. De superar a la estadounidense Lilia Osterloh, a quien ya venció con claridad el año pasado en el torneo de New Haven, en pista dura, su gran escollo llegaría en cuartos de final posiblemente contra la australiana Jelena Dokic.