Un tropiezo como el del 5 de septiembre de 1998 en Larnaca
contra Chipre "la derrota por 3-2 supuso la marcha de Javier
Clemente de la selección", no sería algo irreparable, como se
demostró en la ronda previa de la Eurocopa 2000, pero sí que
provocaría un sobresalto a un equipo al que siempre se le exige el
máximo, con capacidad para alcanzar cotas altas.
La irregular andadura en el torneo continental, en el que a la
postre cayó frente a Francia, el campeón, en cuartos de final, y la
derrota de hace pocas semanas en Hannover contra Alemania (4-1)
pueden haber mermado la confianza en el entorno del equipo que, por
su parte, se revuelve herido en su orgullo de intentar alcanzar de
una vez los lugares de privilegio a los que puede llegar y que sabe
que, pese a la complicación que pondrá el cuadro bosnio, debe hacer
valer desde ya su condición de favorito.
Esta es la primera vez que España jugará en su historia en
Sarajevo, una ciudad asolada por el conflicto bélico de los
Balcanes, y lo hará ante un equipo con escaso nombre, pocos
resultados positivos pero con hombres con cierto prestigio en el
panorama internacional. Bosnia-Herzegovina saldrá espoleada por una
afición que, aunque no llene los graderíos, arropará al máximo a
los hombres de Miso Smajlovic.
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