El filial regresa a su centro de operaciones obsesionado por
despojarse de la vulnerabilidad que exhibió en Novelda. Han
escocido en el grupo de Juan Ramón López los números (3-0) que
acabó arrojando un partido que estaba marcado en rojo y que hubiera
acomodado al filial entre la aristocracia de la Liga. Pero Novelda
ya forma parte del pasado y el viejo Es Fortí recupera máximo
protagonismo. Llega el Castellón, un conjunto con cartel pero que
acumula demasiados años en una categoría que se ha convertido en
una especie de laberinto.
Un triunfo convincente ante el Alzira, un equipo que tiene mala
pinta (penúltimo con seis puntos), ha disparado al conjunto
blanquinegro hasta el ecuador de la clasificación y ha alimentado
su objetivo de codearse con los mejores. Castellón es un equipo
cosido a base de oficio, pero le está costando arrancar. En casa
anda blando (tres victorias, dos derrotas y un empate) y lejos de
Castalia su bagaje tampoco delata excesiva solvencia: ha sumado
seis puntos en cinco partidos.
El filial tiene claro que si quiere hacerse sitio en la zona
playoff debe hacerse fuerte en casa y el partido de hoy ante el
Castellón, entre otras cosas, es una prueba de dureza. Los rasgos
de uno y otro equipo invitan a pensar a que el Mallorca B deberá
portar la manija desde el principio, pero también desterrar la
puerilidad ante el marco rival que ofreció el pasado miércoles en
el terreno de juego del Novelda, una de las claves de la abultada
derrota con la que regresó a la Isla.
El delantero Güiza sigue lesionado, el centrocampista Robles
está aquejado de un proceso gripal y la convocatoria de Juan Ramón
Lopez está integrada por estos dieciséis jugadores: Alberto,
Roberto, Buades, Cámara, Campano, Cordero, Damota, Kike Mateo,
Jofre, Roberto Merino, Pelegrín, Jesús, Albert Riera, Benjamín,
Romerito y Viale.
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