Nueve partidos después, si algo está claro es que José Luis Abós
García tiene ángel. Se empeña en hacerlo casi todo mal el
entrenador del Drac Inca, pero el vestuario está arreglando los
desperfectos. Miguel Angel Cabral, por ejemplo, se ha convertido en
principal recurso de un equipo que continúa sin generar sentimiento
alguno de plenitud pero que está haciendo suyos partidos confusos.
Cabral evitó de nuevo que el Palau estrenara su primera gazapo. El
jugador andaluz se ha convertido en el ángel de Abós y en la última
solución de un equipo al que le falta mucha más continuidad.
Cajasur tuvo al Drac Inca besando la lona durante un buen puñado
de minutos, pero Rafa Sanz quiso hacerlo tan mal como el tipo que
ocupaba el otro banquillo y la magia de Cabral acabó dictando
sentencia. No es la primera vez. El alero de Jerez se ha dejado
notar siempre que la tesitura ha sonrojado a los blandos. Se asoció
con Luis Merino para tumbar al Granada, tumbó al Círculo Badajoz y
volvió a asumir máximo protagonismo en los minutos más calientes de
la cita ante Cajasur.
Su entrenador debe alegrarse. Tiene a un jugador que nunca se
arruga, pero como máximo responsable técnico del equipo debe ir
algo mas allá y analizar porque el Drac Inca practica un baloncesto
repleto de altibajos y porque nunca convence. Su rotación sigue
estando en entredicho, entre otras cosas, porque parece ser el
principal elemento que provoca inestabilidad. Inca ha solventado
los cinco partidos que ha disputado en el Palau, pero sudando
sangre y sin conectar con su hinchada.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.