La mutación del filial: tras nueve partidos sin perder, cuatro sin ganar

Juan Ramón López sigue apelando a la paciencia. Los dígitos no han convulsionado el vestuario y sólo las lesiones y las sanciones le han obligado a tirar de la aritmética para buscar múltiples combinaciones. Es la preocupación primaria del técnico y el argumento válido para explicar la decadencia del Mallorca B.

El 29 de octubre el conjunto mallorquín cerraba la novena jornada sin mácula. Ganaba por la mínima al Gandía y se acercaba a las plazas de privilegio. Instalado en la quinta posición, oteaba la liguilla y apuntaba una progresión extraordinaria. Gramanet, Nàstic, Hospitalet o Borriana habían sido algunas de sus víctimas, hasta que han aparecido las lesiones. Las visitas a la enfermería de Robles, Güiza o Buades han debilitado a un equipo que también ha sufrido la lógica consecuencia, a estas alturas de temporada, de la acumulación de amonestaciones.

Eso justifica algunas carencias. por ejemplo, en la línea de zagueros; Cámara, Pelegrín, Romerito, Buades, Miguel Sánchez e incluso Viale han pasado en cierta ocasión por el eje de la zaga formando parejas inéditas. Los laterales han visto pasar a Cordero, Buades, Cabeza, Cámara y en ataque las variantes han sido múltiples. Desde la presencia del clásico tándem Güiza-Jesús, hasta la aparición efímera de Xavi Gallart pasando por el regreso de Da Mota.

En las cuatro últimas presencias "Novelda, Castellón, Mataró y Hércules" el grupo notó la dependencia de Güiza, la baja de Robles en los dos primeros partidos, el hueco que ha dejado Buades en uno de los dos flancos y la falta de frescura de Cámara y Da Mota, dos futbolistas que han sufrido contratiempos serios y que evidencias falta de chispa.