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ALBERT ORFILA/EFE Brasil atiende convulsionada a los resultados de la comisión parlamentaria que investiga presuntas irregularidades cometidas durante los últimos años en su deporte nacional y la primera conclusión es elocuente: el fútbol paulista se ha convertido en un inmenso foco de infección. Directivos, agentes, miembros de la Confederación Brasileña (CBF), incluso el ex seleccionador nacional Wanderley Luxemburgo, están bajo sospecha, aunque el último escándalo que ha servido a la luz pública Aldo Rebelo, presidente de la comisión investigadora, ha salpicado al Real Mallorca.

Rebelo presentó en una audiencia un pasaporte portugués falso que el guardameta Francisco José Oliveira recibió en España al fichar por el equipo filial del Real Mallorca, en 1999. Fuentes parlamentarias informaron que fue el propio futbolista quien entregó el documento falsificado al presidente de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, por considerarse «una víctima».

Según explicó el diputado Rebelo, el ex jugador bermellón manifestó haber recibido el pasaporte portugués «en la secretaría del Real Mallorca», club en el que militó hasta mayo de este año. No obstante, en un despacho servido por AFP, se subraya que el jugador recibio el documento apócrifo de un responsable de un pequeño club llamado Uniao Sao Joao, cuyo presidente deberá presetar declaración ante esta comisión.

Recientemente, diputados brasileños viajaron a Italia y Portugal para investigar los documentos de identidad falsos utilizados por jugadores brasileños. Entre los implicados aparecen los nombres de grandes figuras, como el portero internacional Dida, que según un tribunal italiano utilizó un pasaporte luso falso a su llegada al AC Milán.