Brasil atiende convulsionada a los resultados de la comisión
parlamentaria que investiga presuntas irregularidades cometidas
durante los últimos años en su deporte nacional y la primera
conclusión es elocuente: el fútbol paulista se ha convertido en un
inmenso foco de infección. Directivos, agentes, miembros de la
Confederación Brasileña (CBF), incluso el ex seleccionador nacional
Wanderley Luxemburgo, están bajo sospecha, aunque el último
escándalo que ha servido a la luz pública Aldo Rebelo, presidente
de la comisión investigadora, ha salpicado al Real Mallorca.
Rebelo presentó en una audiencia un pasaporte portugués falso
que el guardameta Francisco José Oliveira recibió en España al
fichar por el equipo filial del Real Mallorca, en 1999. Fuentes
parlamentarias informaron que fue el propio futbolista quien
entregó el documento falsificado al presidente de la comisión
investigadora de la Cámara de Diputados, por considerarse «una
víctima».
Según explicó el diputado Rebelo, el ex jugador bermellón
manifestó haber recibido el pasaporte portugués «en la secretaría
del Real Mallorca», club en el que militó hasta mayo de este año.
No obstante, en un despacho servido por AFP, se subraya que el
jugador recibio el documento apócrifo de un responsable de un
pequeño club llamado Uniao Sao Joao, cuyo presidente deberá
presetar declaración ante esta comisión.
Recientemente, diputados brasileños viajaron a Italia y Portugal
para investigar los documentos de identidad falsos utilizados por
jugadores brasileños. Entre los implicados aparecen los nombres de
grandes figuras, como el portero internacional Dida, que según un
tribunal italiano utilizó un pasaporte luso falso a su llegada al
AC Milán.
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