Àlex Corretja y Joan Balcells rompieron todos los pronósticos
desfavorables para ellos, jugaron el mejor partido de los cuatro
que ha disputado, se olvidaron de los complejos al enfrentarse con
dos de los mejores especialistas, Mark Woodforde y Sandon Stolle, y
con un inapelable 6-4, 6-4 y 6-4 permitieron que el sueño de
alcanzar por primera vez el trofeo, algo distante después de lo
sucedido el viernes, sea algo más factible.
Balcells y Corretja se enfrentaron con humildad contra un
apisonadora que lleva 13 títulos del Grand Slam colgados del
cuello, pero tuvieron un aliado psicológico que fue letal: el
público, que esta vez respondió tal y como el capitán Javier Duarte
había pedido con antelación. Fue una auténtica guerra en la que no
faltó de nada, charangas, para animar con sus cánticos y sones de
trompeta y tambores, banderas, canguros de plástico que aparecieron
a centenares (como si hubieran procreado por la noche) y júbilo.
Todo para crear una atmósfera difícil de imaginar tras el ambiente
gélido del primer día.
España contó además con un aliado en campo contrario. Sandon
Stolle campeón del US Open en 1997, estuvo desangelado, fuera del
partido y aturdido por el ambiente no pudo colaborar con la
experiencia de Woodforde y perdió tres veces su saque, uno en cada
set. Todd Woodbridge, el otro «woodie» que está en Orlando con su
mujer Natasha esperando el nacimiento de su primer niño, se hizo
desear en la pista contra los españoles.
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