El resultado de 6-2, 7-6 (7-5), 4-6 y 6-4 certificó un triunfo
histórico del número uno español sobre su homólogo australiano,
Lleyton Hewitt que sirvió para anular cualquier intento de reacción
de Australia en busca de un quinto y decisivo duelo.
Ferrero, en una ocasión tan dramática como emocionante, se
convirtió en el héroe de una final que se abrió a las esperanzas
españolas tras ganar Corretja y Balcells de forma tan sorpresiva
como contundente el encuentro de dobles del sábado contra
Woodforde-Stolle.
Si el Palacio de Sant Jordi fue entonces una fiesta, ayer llegó
la apoteosis, mayor aún que la que se vivió en días precedentes
cuando poco a poco el equipo español se acercaba a la victoria. En
esta última jornada, el público midió hasta el límite sus gritos de
apoyo y los capitanes se mantuvieron en su sitio sin
extralimitarse. No obstante, a Javier Duarte le bastaba una mirada
a las gradas para que éstas se encendieran.
Con los reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, en el
palco, acompañados por la Infanta Pilar, Jordi Pujol, presidente de
la Generalitat, y Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, entre
otras personalidades, Ferrero fue el encargado de dar la puntilla a
Australia, un país volcado con el deporte, con 27 títulos de Copa
Davis en su historia que soñaba con repetir el triunfo logrado a
domicilio en Niza contra Francia el año pasado. La consistencia y
la buena cabeza de Ferrero impidieron que los «aussie» de John
Newcombe volvieran a ganar.
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