Se pueden contar con los dedos de una mano, pero los hay. Hay
deportistas mallorquines que han rizado el rizo de lo difícil y han
sido capaces de cacarear en corral ajeno. El repaso es fácil: en
boxeo Francisco Fiol Reynés, de Muro, fue campeón de Suiza de los
grandes pesos; en motociclismo Jaime Mariano fue campeón de
Checoslovaquia, y en fútbol Tomeu Antich jugó en la Primera
División de Venezuela con el F.C. Banco Provincial, con el que
sería campeón de Liga, y nuestro personaje de hoy, Miguel Garriga,
lo hizo en la Primera División de Alemania con el Mainz 05.
Si siempre es difícil ser emigrante, encontrar trabajo como
futbolista en Alemania en aquella época era prácticamente
imposible. Pero Miguel Garriga no sólo encontró la gloria como
futbolista, sino que formó una familia allí. La suya es una hermosa
historia en la elite del fútbol teutón, fruto de una decepción en
el balompié doméstico. «Me fui a Alemania por culpa del Constancia.
El Constancia es un sentimiento para mí, porque han defendido sus
colores mi padre, mi padrino, mi hermano y yo, pero no se portaron
bien conmigo cuando me quiso fichar el Atlético Baleares, que me
ofrecía una moto Lambretta y tres mil pesetas al mes, y ellos no
quisieron darme la baja.
Entonces decidí ir a Alemania para trabajar y aprender el
alemán, y por si acaso me llevé las botas de jugar al fútbol en la
maleta», cuenta Garriga. «Me fui a Mainz, la capital de la
Renania-Palatinado, y frecuentando el Café Mallorca su propietario,
un señor de Sóller llamado Antonio Ripoll, me propuso ponerme en
contacto con el equipo de la ciudad, que era de Primera División:
el Mainz 05. Me hicieron una prueba, les gusté y me ficharon. Firmé
por un puesto de trabajo y un techo bajo el que guarecerme»,
añade.
Miguel Garriga cayó con buen pie en el Mainz 05 y se hizo pronto
con un puesto de titular. «Debuté contra el Saarbrucken, un buen
equipo que aquel verano ganaría el Trofeo Ciudad de Palma. Ganamos
3-1. La Primera División alemana era muy difícil, bastante
diferente a la española porque el fútbol era de más pelea y los
terrenos de juego más duros por la climatología. Que pisaran el
balón como hacía yo y lo centrara a cuarenta metros había pocos.
Eso lo hacía Fritz Walter en el Kaisrlautern y ya se había retirado
cuando llegué al Mainz», dice un Garriga que hizo una larga y
brillante carrera en el Mainz 05.
«Con el Mainz 05 jugué tres temporadas en Primera División y
cinco en Segunda División. En 1964 se formó la Bundesliga con los
dieciocho clubes más potentes económicamente del país y el Mainz no
estuvo entre ellos. Todos sus jugadores trabajábamos al margen del
fútbol, aunque el club nos pagaba un sueldo mensual de cincuenta
marcos y una prima de quince marcos por partido ganado», añade.
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