Estos corredores calcaron la clasificación en las dos etapas
alpinas de Alpe D Huez y Chamrousse, las únicas en las que se han
enfrentado cara a cara. El primer capítulo de la carrera quedó
atrás con el recuerdo de la lluvia, el viento y las caídas. Las
primeras etapas fueron de escapadas permitidas y descontrol. Tanto
es así, que un monumental despiste del pelotón y de los equipos de
los favoritos en la octava etapa con final en Pontarlier puso
diferencias de más de media hora en la general, algo con pocos
precedentes en la historia. De aquel desbarajuste salieron
beneficiados el kazako Andrei Kivilev (Cofidis) y el actual líder,
el francés del Bonjour Francois Simon. Armstrong entra de nuevo en
terreno propicio con dos objetivos: primero desbancar a los
intrusos de la general y luego seguir aplicando el rodillo en los
míticos puertos de los Pirineos ante sus rivales naturales.
El tejano anuncia que atacará para limar dos minutos a Kivilev y
13 a Simon, aunque le gustaría «que no solo lo hiciera el US
Postal». El estadounidense, a pesar de su evidente superioridad, es
humano y recuerda que en los dos últimos Tour tuvo serios apuros en
el Soulor (1999) y en Joux Plane (2000) cuando se quedó sin equipo.
«Siempre pago los esfuerzos», dijo.
Este año cuenta con los españoles Roberto Heras y José Luis
Rubiera, quienes harán todo lo posible en su terreno de recuperar
el maillot amarillo para su jefe. El salmantino, vencedor de la
Vuelta, no parece a tope por sus molestias en la rodilla. Joseba
Beloki saldrá en las tres jornadas de montaña con el aliciente de
estar cerca de casa y en las carreteras que conoce de sobra por los
entrenamientos. El corredor del ONCE Eroski afronta los Pirineos en
cuarta posición, por delante de Ullrich, que es quinto a 24
segundos del guipuzcoano y a 3.10 de Armstrong y es la principal
baza de los españoles en la carrera.
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