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El Schalke 04 es una de las leyendas del fútbol alemán que en las últimas décadas ha fundado su fama más en el carácter de su apasionado público y en la garra de sus jugadores que en los éxitos deportivos, antes de que en la última temporada se convirtiese en una auténtica máquina de hacer goles. El Schalke actual está muy lejos de ser aquel cuadro ultradefensivo y cicatero que ganó la Copa de la UEFA a punta de astucia y de coraje en 1997 ante rivales que sobre el papel eran claramente superiores. Ya la garra no es el único argumento del Schalke, que sigue dirigido por el holandés Huub Stevens, y entre sus jugadores hay algunos que pueden contarse entre los más valiosos de la Bundesliga, como los integrantes de la dupla goleadora formada por el belga Emile Mpenza y el danés Ebbe Sand.

También el veterano Andreas Moeller, que maneja los hilos en el centro del campo, es uno de los baluartes del Schalke al igual que los internacionales Gerald Assamoah y Joerg Boehme que suelen llevar mucho peligro por las bandas. Curiosamente, el fichaje de Moeller, a comienzos de la temporada anterior, fue algo que por pocos días generó una gran discusión acerca de si con la contratación de un jugador de sus características -que además procedía del Borussia Dortmund que es el rival por excelencia del equipo de Gelsenksirchenno se estaría traicionando la filosofía del club.

Nadie dudaba de las calidades futbolística de Moeller, pero el hecho de que fuese una estrella de gran trayectoria internacional, con todos los títulos posibles en su palmarés, despertaba ciertas sospechas pues lo que exige tradicionalmente la afición del Schalke es garra y coraje. Esas dos últimas virtudes no habían formado parte hasta el momento de su fichaje parte de la tarjeta de visita de Moeller que tuvo que ganarse a la afición partido a partido y hacerla olvidar la marcha del belga Marc Wilmots, que regresó para esta temporada, a quienes los hinchas llaman «Willy, cerdo de pelea» y es un arquetipo perfecto de las virtudes del Schalke.

Ahora Moeller pertenece al Schalke tanto como Wilmots, que dice que está dispuesto a hacerle el «trabajo sucio a su compañero», y el club de Huub Stevens parece haber logrado la síntesis entre la garra y la técnica. En la temporada pasada, cuando al Schalke se le escapó el título de la Bundesliga por un punto, los de Gelsenkirchen no sólo tuvieron la defensa menos vencida del torneo, lo que corresponde a la filosofía de Stevens, sino también la delantera más goleadora. El comienzo de esta temporada ha sido desafortunado pero el potencial del equipo sigue ahí, impulsado además por el ambiente que se vive en su nuevo estadio «Auf Schalke» recientemente inaugurado.