Ayer se perdió cero a uno y el grupo mallorquín volvió a dejar
preocupada a su parroquia. No hubo apenas rotaciones y al Real
Mallorca le faltó frescura, ambición y rapidez. Lo peor sin embargo
es que un rival, funcionando a medio gas y fallando claras
ocasiones de gol, se llevó los puntos sin apenas merecerlo.
Durante todo el primer acto los mallorquinistas entregaron la
iniciativa al Villarreal, que encontró vías de circulación libre
por ambos carriles e incluso por el centro. Jorge López y Guayre se
deslizaban por las dos líneas de banda con extrema facilidad y
fruto de esta libertad de movimientos la pelota llegó asistida
desde la banda derecha merced a un centro de Jorge que fue mal
rechazado por Miki. La bola terminó en la cabeza de Palermo, que
sólo tuvo que empujarla para aventajar a su equipo en el
marcador.
Los problemas volvían a surgir otra vez después de jugar en
Europa. El conjunto de Bernd Krauss no encuentra la fórmula que le
permita combinar la Champions con la Liga, y en el campeonato
regular paga los esfuerzos continentales. Que surja una idea
creativa es pura casualidad y que se llegue con relativo peligro a
la meta rival es casi una utopía que sólo se convierte en realidad
cuando el equipo que está enfrente levanta el pie del
acelerador.
Todo eran problemas pero lo peor estaba por llegar. Eto'o dijo
algo no muy correcto al asistente y Medina Cantalejo le mostró la
roja. Quedaba todo el segundo tiempo y la tragedia se mascaba en
Son Moix.
En la reanudación el equipo de Castellón lo tuvo todo a su favor
para machacar y golear al Mallorca pero los de Víctor Muñoz
exhibieron una falta de mordiente total y absoluta, fallaron lo
imposible ante Miki, que se recuperó del gol encajado, y se
marcaron el lujo de enviar hasta dos balones a los palos.
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