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66 DRAC INCA: (15+23+19+9): Navalón (7), Richardson (1), Ramón Bordas (9), Villar (7), Stuckey (18) "cinco inicial", Sergi Grimau (7), Puyada (0), Montañana (10) y Alberto Alzamora (5). 22 de 38 en tiros de 2 puntos. 2 de 11 en tiros de 3 puntos. 16 de 18 en tiros libres. 28 rebotes (23 en defensa y 5 en ataque). 25 faltas personales.
75 TENERIFE CANARIAS: (19+12+20+24): Patricio Reynés (16), Gabi Ruíz (3), Savane (4), Carlos Martínez (5), Lewis (24) "cinco inicial", Del Tio (2), Yuse García (0), Isma Torres (6), Sabaté (13) y Franco (2). 25 de 43 en tiros de 2 puntos. 3 de 17 en tiros de 3 puntos. 16 de 22 en tiros libres. 29 rebotes (22 en defensa y 7 en ataque). 20 faltas personales.
Àrbitros: Estévez Camiña y García León. Sin eliminados.

Albert Orfila
Drac Inca ha empezado a jugar con fuego. El copioso goteo de derrotas oxida sin disimulo el tránsito de un equipo al que no se le pueden reprochar demasiadas cosas, fundamentalmente porque hace lo que puede. La competición no ha tardado demasiado en dejarle claro quién es y dónde está su sitio. En esta Liga de dos velocidades, los cuentos son eso, cuentos. Los guiños a la épica tienen fecha de caducidad y no dejan de ser una solución carente de consistencia. Toda la vida ha sido igual: los buenos equipos suelen ganar a los que no son tan buenos; lo ricos viven mejor que los pobres. Hoy por hoy, el armamento que maneja Oliete no deja de ser insuficiente para plantearse retos interesantes. Tenerife fue el último ejemplo. Al margen de conceptos sueltos o individuales "Sergi Grimau exhibió una obsesión enfermiza y suicida por ganarle a Pedro Martínez", se llevó el duelo quien tuvo más fuerzas.

De hecho, el Drac Inca optimizó sus recursos hasta el límite de sus posibilidades. Refugiado en una defensa zonal y aferrado a la clarividencia de Stuckey, fue capaz de reponerse a un arranque lleno de tribulaciones (5-15). Tenerife Canarias se enfangó cuando el cuadro local abandonó el hombre a hombre y el parcial que recibió (23-12) le dejó timorato. Reynés, Lewis y Savane se habían cargado de faltas personales y la irrupción de Pau Del Tío resultó desastrosa para su equipo. Villar no tardó en hacerse con la brújula; Alzamora y Stuckey encontraron poca oposición en Isma Torres y Franco y el marcador no tardó en reflejarlo. Drac Inca lograba cerrar el primer acto siete puntos arriba (38-31), aunque había agotado mucha munición.

El tercer cuarto no fue más que un mero intercambio de canastas, pero el regreso de Larry Lewis, un jugador inmenso y cuyo único parecido con Larry Richardson es el nombre de pila, empezaba a causar estragos. El Drac Inca nunca había podido con él, aunque ocho puntos prácticamente consecutivos de Stuckey prolongaron el dominio mallorquín (57-51). La línea exterior visitante empezaba a funcionar; Reynés se sentía algo más cómodo y el Tenerife no dudó en devolver la moneda. Montó una zona, cortó el suministro a Stuckey y ahí se acabó el partido. Cuando Grimau no erraba, Sabate robaba algún pase imposible hacia a Stuckey. El Drac Inca empezaba a flaquear y su rival seguía con el depósito lleno de gasolina. Un triple de Juan Miguel Navalón endulzó el desplome local (62-62 a falta de 5.58), pero a los pocos segundos Reynés respondía desde la misma distancia. Los dígitos delataban que el partido no estaba inclinado, pero los rostros de los jugadores dejaban muchas cosas claras. Algunos olían la sangre, otros andaban asustados.