12/10/01 0:00
A. Orfila
Sólo el tiempo dirá si Gandía ha alumbrado a una nueva estrella,
aunque Carlos Crespo parece desprender un buen puñado de luz. De
momento ha alcanzado un logro reservado a los mejores: el
subcampeonato del mundo júnior y eso es acariciar el cielo. Jamás
el billar balear había apuntando tan alto. Sólo el griego Filipo
Kasidoscostas le impidió alcanzar la última estación. Las cámaras
de televisión, una sala repleta de ojos expectantes y el oficio de
un rival instalado en el profesionalismo pesaron demasiado en el
final. Pero Carlos Crespo estuvo ahí, en la final del Mundial de
billar a tres bandas y eso le convierte en el segundo mejor jugador
del planeta.
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