Nada le fue bien a Bernd Krauss durante su estancia en el banquillo
del Real Mallorca. El alemán estuvo desde el primer día bajo
sospecha, fundamentalmente porque sólo una vez fue capaz de que su
equipo enganchara dos resultados positivos (Arsenal y Athletic).
Imbuido en un calendario frenético, él y sus futbolistas notaron el
vértigo que produce competir en dos competiciones (Liga y Champions
League) y acabar abonado al fracaso en ambas. Krauss pasará a la
historia de la SAD balear como el entrenador que metió al equipo en
la competición de clubes más importante del mundo (eliminó al
Hajduk Split), pero la falta de recursos que ha evidenciado para
remontar la crisis agotaron su crédito.
Todo se torció desde el principio. Cronológicamente, el regreso
de Fernando Vázquez a Son Moix supuso el primer golpe. La UD Las
Palmas aleccionó al Mallorca y le endosó un elocuente 0-3. El 11 de
septiembre, fecha en la que el coración de Estados Unidos fue
golpeado con dureza, el Mallorca tenía cita con la historia. Se
estrenaba en la Liga de Campeones y topaba además con el Arsenal,
uno de los mejores equipos del mundo. Un gol de Vicente Engonga,
que transformó una pena máxima, dictó sentencia. Ariel Ibagaza se
lesionaba de gravedad. Pocos días después, el reencuentro con la
Liga también arrojó buenos dividentos. El Mallorca visitaba San
Mamés y un tanto de Samuel Eto'o tumbaba al Athletic de Heynckes.
El equipo ofreció su versión más pobre en Grecia y el Panathinaikos
se dio un festín ante un conjunto sin rumbo (2-0). En la Liga, el
Deportivo Alavés, curiosamente con otro ex entrenador bermellón en
nómina "José Manuel Esnal «Mané»", sumaba un empate en Palma (0-0),
aunque la sensación de superioridad que dejó fue evidente.
No obstante, Krauss volvió a encontrar un punto de apoyo en la
Champions, concretamente en Gelserkichen. En una función horrorosa,
el Mallorca supera al Schalke 04. En Vigo se inició la cuenta atrás
de Bernd Krauss. Siete días después, el Villarreal de Víctor Muñoz,
otro viejo conocido, dejaba claro lo vulnerable que era Son Moix.
En el Nou Camp, más de lo mismo, aunque esta vez el partido resultó
breve. El cuadro azulgrana arregló el partido en algo menos de
cuarenta y cinco minutos: 3-0 al descanso. Un sector de opinión
reclamaba el despido de Krauss e incluso se condicionaba su
continuidad al resultado del partido ante el Zaragoza. Noventa
minutos después, el marcador fue el de siempre (0-1). Llegaba la
Copa. El bombo emparejó al Mallorca con el Zafra, un modesto
conjunto de Segunda B que apenas opuso resistencia (0-1). En la
ciudad hispalense le aguardaba de nuevo la Liga. Esta vez sí hubo
goles, pero el Sevilla siempre tuvo capacidad de respuesta y acabó
arrinconando al Mallorca (2-2). La situación empezaba a ser
insostenible. Llegó el Schalke y se acabó el ciclo de Krauss. El
recambio, Kresic.
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