Albert Luque, junto a Leo Biagini, tras marcar el segundo gol del Mallorca. Foto: TOMÁS MONSERRAT.

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Sergio Kresic apenas cambió nada sobre el terreno de juego, pero al menos infligió al vestuario una motivación especial. Era el mismo equipo, pero las ideas no fueron las de antes, como tampoco lo fue la predisposición del Mallorca. Peor no podían ir las cosas y el grupo balear cobró conciencia de esto, se conjuró para mejorar y mejoró. Desde el primer minuto se vio un poco más de frescura y los detalles que con anterioridad daban la espalda, ayer se asociaron con el equipo rojillo. Esos malditos rechaces que siempre se llevaba el contrario, ayer fueron para el Mallorca, esas acciones de gol que salían rozando el poste, terminaron dentro, y la seguridad que faltaba en la práctica totalidad de las líneas, retornó como por arte de magia.

Incluso futbolistas que habían perdido su identidad volvieron a brillar. Es el caso de Àlvaro Novo, hasta la fecha inédito y que, además de abrir de manera magnífica el marcador, ofreció solvencia, recorrido y, lo más importante, gol. El uno a cero aumentó el crédito de los jugadores, en cierta manera supuso un nuevo estímulo para todos ellos. Lo importante ayer era ganar, como fuera, pero hacer lo posible para que los tres puntos se quedaran en Son Moix. Había que romper el maldito estigma perdedor que había encontrado acomodo en la caseta mallorquinista y el uno a cero era el primer paso. Sin embargo Novo abrió el marcador muy pronto, a los seis minutos, y faltaba un mundo por delante.

En la reanudación fue el Rayo quien intentó hacerse con las riendas del encuentro. Llegó a crear peligro pero lo hizo de forma virtual, aliándose con las imprecisiones de la defensa bermellona que, en según qué momentos, cometió errores que urge corregir. En el ecuador de este segundo periodo llegó la sentencia. Albert Luque, que seguía a la caza y captura de un gol que le acreditara su condición de delantero, consiguió aprovechar una asistencia entre los centrales para batir de tiro cruzado a Exteberria. Al fin se podía cantar victoria y más si poco después Veljko Paunovic se encargaba de aumentar todavía más la ventaja.