Kresic dialoga con Nadal y Olaizola durante un entrenamiento. Foto: TOMÁS MONSERRAT

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Que el Mallorca 2001/02 no se maneja bien en una remontada es evidente. El Slovan lo descubrió, desplazando a los baleares de la UEFA, y ahora es el Córdoba el que afronta el reto de empujar a los rojillos de la Copa. El equipo de Kresic encara la vuelta de los octavos con un marcador adverso, muchos inquilinos en la enfermería y un buen manojo de interrogantes sobre su rendimiento (Son Moix, 20.45 horas, Telenova).

No es un partido más y así lo ha entendido el club. La rebaja en el precio de las localidades se antoja como un remedio para evitar el cemento, pero también como un antibiótico para curar los males de un conjunto herido. La Copa se ve desde la entidad como una vía para acceder a Europa y una eliminación en el torneo del KO aumentaría la presión en la Liga y alimentaría la decepción que amontona la hinchada mallorquinista. Sin embargo, no se espera una gran entrada porque la afición sólo piensa en la visita del Madrid. Y es que Zidane atrae más que Welliton.

El Mallorca anda algo convulsionado por su derrota en Sevilla y por las consecuencias físicas derivadas del partido. Engonga ha sido descartado por su problema en el muslo y la lesión de Siviero (rotura del bíceps femoral) le apartará de los terrenos de juego durante algo más de un mes. Además, Luque anda entre algodones y Paunovic sigue sin recuperarse. Así, y pese a que Niño podrá jugar, la alineación distará un poco de la que se enfrentó al Betis el domingo. Sin embargo, Kresic no minará el once de suplentes, porque ahora ya no hay margen para el error.