Que el Mallorca 2001/02 no se maneja bien en una remontada es
evidente. El Slovan lo descubrió, desplazando a los baleares de la
UEFA, y ahora es el Córdoba el que afronta el reto de empujar a los
rojillos de la Copa. El equipo de Kresic encara la vuelta de los
octavos con un marcador adverso, muchos inquilinos en la enfermería
y un buen manojo de interrogantes sobre su rendimiento (Son Moix,
20.45 horas, Telenova).
No es un partido más y así lo ha entendido el club. La rebaja en
el precio de las localidades se antoja como un remedio para evitar
el cemento, pero también como un antibiótico para curar los males
de un conjunto herido. La Copa se ve desde la entidad como una vía
para acceder a Europa y una eliminación en el torneo del KO
aumentaría la presión en la Liga y alimentaría la decepción que
amontona la hinchada mallorquinista. Sin embargo, no se espera una
gran entrada porque la afición sólo piensa en la visita del Madrid.
Y es que Zidane atrae más que Welliton.
El Mallorca anda algo convulsionado por su derrota en Sevilla y
por las consecuencias físicas derivadas del partido. Engonga ha
sido descartado por su problema en el muslo y la lesión de Siviero
(rotura del bíceps femoral) le apartará de los terrenos de juego
durante algo más de un mes. Además, Luque anda entre algodones y
Paunovic sigue sin recuperarse. Así, y pese a que Niño podrá jugar,
la alineación distará un poco de la que se enfrentó al Betis el
domingo. Sin embargo, Kresic no minará el once de suplentes, porque
ahora ya no hay margen para el error.
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