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Sin tiempo para obtener dividendos del talento que se le supone a cualquier jugador que ha vivido en la mejor liga del planeta, el Drac Inca ha encontrado en el mercado a Allen Ledbetter (25 años y 2'00 metros de altura), un tipo de apariencia tosca y que también destila honradez. Ledbetter era el capitán de Maine, una buena universidad. Y en la NCAA no le dan los galones a cualquiera. Como mínimo debe trasmitir algo. Ayer, durante su primer entrenamiento, chocó con Alberto Alzamora a la salida de un bloqueo y el mallorquín salió despedido. No es fácil tumbar a Alzamora, uno de los más duros de la Liga, pero Oliete parece haber calculado con mimo como renovaba su apuesta.

John Giannini, entrenador de Ledbetter durante su etapa en Maine, siempre ha hablado con orgullo de su discípulo, a quien en diversas entrevistas valoraba como un jugador «constante y perseverante en el trabajo». Giannini no parecía decir mucho, pero ha sido suficiente un entrenamiento para concluir que el Inca ha cambiado los fundamentos y creatividad de Lázaro Borrell por el músculo y la potencia de Allen Ledbetter. Es complejo determinar quien encajaba mejor en el actual plantel del Inca, pero resulta obvio que el estadounidense endurecerá el perfil de un equipo que durante las últimas semanas ha arrastrado demasiados problemas dentro de la pintura.

Kenny Green puede haber encontrado a un buen socio. Stuckey nunca ha sido un gran defensor y Borrell era un jugador netamente ofensivo. A Ledbetter no le importa ensuciarse las manos y Green puede agradecerlo eternamente. De hecho, flanqueado a partir de ahora por jugadores como Sergi Grimau, Ramón Bordas, Alberto Alzamora, Juan Miguel Navalón o el propio Allen Ledbetter, Kenny Green debe tener más opciones para dosificarse y reclamar más protagonismo en ataque. Pudo hacerlo en Córdoba y el resultado fue excelente.

Ledbetter se manejó con naturalidad durante su presentación en sociedad. «Conozo la situación en la que se encuentra mi nuevo equipo y mi gran objetivo es ayudar a ganar partidos. También se que este viernes jugamos un encuentro importante y sólo espero estar a la altura de las circunstancias». Su segunda temporada consecutiva en el baloncesto portugués "en el Leiria Basket" ha sido especialmente agria. Su equipo, con el que la temporada pasada consiguió el ascenso a primera división, se ha movido casi siempre entre los peores de la competición lusa y los problemas económicos del club han precipitado su salida.

«No cobraba y no he tenido más remedio que marcharme. El contrato estipulaba que si nos debían tres meses podía marcharme y no he tenido otra elección. Vengo de jugar una Liga con un poco más de nivel que la LEB y creo que no debo tener problemas para adaptarme. Soy un buen reboteador y me considero un jugador de equipo», explicó.