El Barcelona fue arrinconando a los madridistas con el paso de
los minutos. Esas eran las armas de un equipo que no contaba con
jugadores de referencia en cada una de las líneas del campo, en
defensa (Puyol) en el centro del campo (Xavi) y también en la
delantera. En los primeros minutos, Kluivert avisó con un tímido
disparo y después el holandés no pudo aprovecharse de un rechace
franco en el que intervino también Saviola en el minuto 8. El
Barcelona, sin descanso, acechaba ante el conformismo madridista y
en el minuto 12 Luis Enrique remató al travesaño. La respuesta
madridista llegó en una rápida jugada a la contra, en la que Raúl
no pudo superar a Bonano (m.14), pero el control y el dominio era
de los locales, quienes desde el principio tuvieron muy claro el
papel que tenían que jugar para salir victoriosos.
Sólo Roberto Carlos, en sus múltiples internadas por la banda,
creaba sensación de peligro, pero los madridistas perdían con
rapidez la posesión del balón. Rochemback, después de una
combinación con Luis Enrique (m.28), avisó de nuevo, pero al
Barcelona le faltaba pegada, porque en media hora había perdonado
hasta tres buenas ocasiones. En el cuarto de hora final del primer
tiempo, el Barcelona, que firmó unos primeros 45 minutos
convincentes, siguió presionando e intentó jugar especialmente por
la banda izquierda en la que Marc Overmars superaba casi siempre a
Michel Salgado. La última oportunidad fue de nuevo para Rochemback,
ya en tiempo añadido, quien se acercó sobre la meta de César, en
una jugada en la que el meta madridista sufrió un golpe en la
cabeza tras choque con Makelele.
Mientras tanto el Madrid no tenía mucho criterio en su juego.
Sólo la presencia de Zidane, que regaló alguno de sus detalles de
calidad, inquietaba al Camp Nou, pero el Barcelona se le veía con
ganas y sólo le faltó el gol para rubricar una buena primera mitad.
En la segunda parte, los locales salieron con el mismo empeño, pero
entonces apareció Zidane, quien aprovechó un balón en largo servido
por Raúl para elevar el balón por encima de Bonano. Era el minuto
56 y el Madrid, sin apenas merecerlo, había tenido demasiado
premio, porque en su segunda aproximación a puerta había conseguido
lo que el Barcelona fue incapaz de conseguir. La entrada de
Geovanni, un delantero, por Reiziger, un defensa, reforzó la
apuesta atacante de Rexach a media hora para el final. Con el 0-1
el encuentro se descontroló absolutamente.
El 0-1 fue el parapeto perfecto para el Madrid, que vio cómo
Zidane aparecía más en el juego y de ese modo la sensación de
seguridad creció en el equipo de Del Bosque que ya no pasó apuros y
que incluso tuvo ocasiones para aumentar su ventaja en el marcador.
El cuarto de hora final fue un calvario para el Barcelona y un
placer para el Madrid. Los locales, fundidos por el esfuerzo, se
hundieron cuando vieron que estaban perdiendo cuando no habían
merecido la derrota, mientras que el Madrid vivió sobrado el arreón
final y se permitió el lujo de sentenciar la eliminatoria merced a
un nuevo gol en tiempo añadido, un tanto que pone al Madrid
prácticamente en Glasgow.
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