El ingreso del Mallorca en la Europa de los excesos ha acabado
dejando demasiadas cosas en entredicho. El primer viaje por la Liga
de Campeones será recordado como uno de los éxitos más notables del
club en ochenta años de historia, aunque el peaje que acabó pagando
la plantilla resultó desorbitado. Highbury marcó el final de un
trayecto tan apasionante como nocivo para la salud. El 11 de
septiembre, pocas horas después de que el mundo se estremeciera
ante una de las mayores infamias que recuerda la humanidad "el
atentado en Nueva York contra las Torres Gemelas", el Mallorca se
estrenaba en la Champions League. Semanas antes, el cuadro de
Krauss había conseguido enterrar el recuerdo de Molde superando a
un combativo Hajduk Split en la ronda previa.
Mientras gran parte de la humanidad empezaba a digerir que lo
ocurrido en el World Trade Center era real, el equipo de Krauss
preparaba su asalto. En un gesto incomprensible, la UEFA decidió
que se disputaran todos los encuentros que estaban previstos,
aunque 24 horas despues cambio de decisión y aplazó la jornada.
Encuadrado en el grupo C, el bombo había querido que el bautizo
balear fuera ante el Arsenal, uno de las mejore escuadras del
panorama europeo. La expulsión de Cole tras cometer un penalti
sobre Luque acabó dictando sentencia. Engonga transformó la pena
máxima y selló el triunfo (1-0).
Sin la urgencia de los puntos pero con demasiadas dudas dentro
de la mochila, el Mallorca viajaba a Atenas en busca de puntos que
le dejaran cerca del segundo ciclo. El equipo de Krauss se encontró
con un ambiente especialmente hostil, un rival muy equilibrado y
dos goles a las primeras de cambio. El cuadro bermellón firmó uno
de sus peores partidos que recuerda su historial continental y el
castigo pudo ser mucho mayor (2-0).
Una obra de ingeniería futbolística le sirvió al Mallorca para
recuperar la autoestima. Samuel Eto'o empujó la carrera de Albert
Luque y los mallorquines encontraron oro en su única aproximación
con cierto peligro al área del Schalke 04. El gol fue todo un
tratado de cómo desarrollar y ejecutar un contragolpe. El cuadro
alemán se quedó sin opciones de acceder a la segunda fase. Sólo la
trayectoria del Panathinaikos preocupaba (0-1). Son Moix.
Mallorca-Shalke o uno de los episodios más hirientes que se
recuerdan. Todos contaban con los tres puntos, pero la humillación
que sufrió el cuadro local fue de tamaño gigante: 0-4. Krauss era
despedido. e Arsenal-Mallorca
En Londrés sólo valía sumar porque circulaba el futuro del
Mallorca. El Panathinaikos prolongaba su estela ganadora y eso
obligaba al equipo entrenado ahora por Sergio Kresic a salir de
Highbury con el zurrón lleno. Pero el Arsenal no tuvo piedad de un
conjunto plagado de bajas y que acusó en exceso su necesidad de
mejorar. El equipo de Arsène Wenger aprovechó para fusilar al
Mallorca en el descuento (3-1). La Liga de Campeones se había
acabado. Con 600 millones más en el banco, el Mallorca cerró el
paseo por la Champions con un triunfo ante un Panathinaikos ya
clasificado. Sirvió para lograr la tercera posición del grupo y
plaza para la UEFA.
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