Aficionados africanos celebran en París el triunfo de Senegal. Foto: P.WOJAZER.

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Un ladrón de joyas y un grupo de atletas han puesto patas arriba el Mundial justo el día en el que se presentaba. Senegal ha sido el primero en recordarle al planeta fútbol que algo ha cambiado, que no sólo América y Europa tienen licencia para ganar. Àfrica pide paso, lo viene haciendo desde hace una década en el balompié de formación (siempre bajo sospecha por la edad de sus equipos) y ahora quiere certificar la enorme progresión de su juego. Desde que la figura de Roger Milla emergiera en el Mundial de Italia, los africanos siempre han aparecido en este tipo de campeonatos como selecciones con un potencial por explotar, y ahora amenazan con hacerlo.

Le han recordado a Francia que jugar sin Zidane no es lo mismo y, que puestos a jugar un partido físico, ellos son capaces de correr más que nadie. Lemerre ya anunció que su selección llegaba cansada, castigada por el calendario. No le ha faltado razón, pese a que tras el descanso pudo ganar de forma holgada. Lo evitaron los palos y Sylva, un portero felino y de esos que gusta aparecer en las fotografías de los diarios mostrando su vertiente más plástica. Un gol de Papa Bouba Diop en el minuto 29 ha obligado al actual campeón a ganar todo lo que queda de la primera fase. Vamos, que se ha quedado sin margen para el error.

Convulsionado por el triunfo senegalés, el Mundial acoge la llegada de Camerún, Alemania y Uruguay, tres de las selecciones que desprenden alguna sensación. El mallorquinista Samuel Etoo es el principal icono del equipo, pero que nadie olvide que los «leones indomables» se han proclamado campeones de Africa gracias al músculo de Geremi o al talento de M'Boma. Mientras, los germanos confían en que Ballack abandere ese nuevo proyecto diseñado con algunos de los de siempre (Janker o Khan) y nuevos rostros procedentes de Leverkusen (Schneider o Ramelow). El grupo de Víctor Púa está repleto de futbolistas de primer nivel, desde Recoba hasta Darío Silva pasando por Carini, un portero excepcional. Es la segunda jornada, la segunda entrega de un Mundial que a partir de ahora sólo verán un grupo de afortunados.