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Nemesio Rodríguez. YOKOHAMA.
La FIFA admite que hay un problema con el arbitraje en el Mundial, y sobre todo con los asistentes, pero no sabe cómo resolverlo. El Mundial es la máxima cita del fútbol cada cuatro años y convoca a las grandes estrellas que hacen que al balompié se le conozca como «el deporte rey».

Lo que no pueden esperarse es que su futuro dependa de las decisiones de asistentes poco preparados. El problema tuvo ayer otro episodio, con España como perjudicada "dos goles anulados" y un asistente de Trinidad y Tobago, Michael Ragoonath, como protagonista. El otro asistente era Ali Tomusange, de Uganda.

La beneficiada fue Corea del Sur, la anfitriona del Mundial junto con Japón, que después de las decisiones polémicas sí fue más espabilada que España en el lanzamiento de los penaltis.