El secreto de Kahn, de 32 años, no es la planta energética que
se utiliza con fines medicinales en Corea y Japón, ni los «kampo»
(productos naturales) para equilibrar el metabolismo. Su clave
tiene nombre y apellido: el ex portero Joseph «Sepp» Maier, titular
de la Alemania que ganó el Mundial de 1974 y de la que jugó los de
1970 y 1978. También estuvo en el de 1966 aunque no jugó. Noventa y
cinco veces internacional.
En vísperas de los partidos decisivos, Kahn destila seguridad y
repite siempre la verdad como un templo de que «es muy difícil
ganar a un equipo alemán».
El domingo le espera en el estadio Internacional de Yokohama uno
de los retos más exigentes de su carrera: frenar el apetito de gol
del trío brasileño formado por Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo.
Pero Kahn no se amilana: «Son ellos (los brasileños) los que
tienen que demostrar que son capaces de hacerme un gol». Uno de
esos rivales, Rivaldo, está decidido a hacerlo, pero no duda en
reconocer que «es muy difícil meterle un gol».
Lo saben los jugadores del Real Madrid, que hace dos temporadas
sufrieron lo indecible ante los increíbles reflejos de Kahn que
ahogó, en el partido de ida de la semifinal de la Liga de
Campeones, una ocasión tras otra en el Santiago Bernabeu.
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