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Efe YOKOHAMA
El italiano Pierluigi Collina, designado para dirigir la final del Mundial 2002, dijo que su misión en el último partido no es restituir la imagen de los colegiados. «Tengo otro objetivo. Estar en una final es algo muy importante. Lo que tengo que hacer es cumplir con mi obligación lo mejor que pueda», comentó.

Según Pierluigi Collina, en un Mundial «cada árbitro trabaja siempre a fondo para estar preparado en espera de ser convocado para dirigir cualquier partido». El árbitro italiano también se defendió de las críticas que ha escuchado por la campaña de publicidad de una marca de material deportivo que protagoniza, y que es, a su vez, patrocinadora de la selección de Alemania, una de las finalistas. Collina dijo que esa marca «es patrocinador de la FIFA desde hace mucho tiempo y de todos los árbitros. No es cuestión de patrocinadores, sino de conciencias, y la mía está muy tranquila».

Para Collina el mejor momento que puede experimentar un árbitro es cuando señala el final de un partido y los jugadores de ambos bandos se abrazan y se intercambian las camisetas. «Algo así pasó en el Japón-Turquía de octavos de final; la selección turca eliminó a los anfitriones y todos los jugadores acabaron abrazos. El púbico aplaudió a los ganadores y a los perdedores. Nunca olvidaré ese partido», dijo.

Pierluigi Collina se refirió a sus dos asistentes, el sueco Leif Lindberg y el inglés Philip Sharp, como dos de los mejores árbitros con los que se puede contar para cualquier partido, y especialmente para la final de un Mundial.

Y sobre cuarto árbitro de la final, el escocés Hugh Dallas, el colegiado italiano señaló que es su mejor amigo dentro del arbitraje. «Me alegro muchísimo de poder compartir con Leif, Philip y Hugh este momento».