Ambas selecciones han llegado mucho más lejos de lo que contaban
en los pronósticos y en sus propias previsiones. En semifinales,
cayeron ante dos gigantes de la historia del Mundial, con siete
títulos sumados entre las dos (Brasil cuatro y Alemania tres).
Corea del Sur, derrotada por Alemania (1-0), contará también en
Daegu, 297 kilómetros al sureste de Seúl, con el apoyo de la fiel
hinchada de los «diablos rojos», ya que están vendidas más de
60.000 entradas para un estadio que tiene una capacidad de 65.857
asientos.
No se espera que las calles del país reúnan a un multitud como
la que fue animando a su selección en los distintos partidos y que
superó los siete millones en la semifinal contra Alemania.
Su seleccionador, el holandés Guus Hiddink, en el que se supone
será su último partido con los coreanos "su contrato vence el día
30", concede valor a la victoria con el argumento de que hay «una
gran diferencia» entre ser terceros o ser cuartos. «Haremos todo lo
que está a nuestro alcance para ganar», asegura Hiddink, un
verdadero héroe en el país después de que su equipo, en su quinto
Mundial, llegara a semifinales dejando en el camino a poderosas
selecciones como Portugal, Italia y España.
Miles de aficionados siguieron ayer el entrenamiento de Corea.
Muchos de ellos portaban retratos de Hiddink "es ya famoso en el
país el lema «Hiddink, presidente»" y del defensa Hong Myung Bo, de
33 años, el referente del fútbol coreano. Hiddink esperará al
último momento para saber si puede disponer del veterano defensa
central Choi Jin-Chul y del centrocampista Kim Nam-Il, el mejor
medio del equipo, ambos lesionados. En caso negativo podrían jugar
Hyun Young-min y Yoon Jong-Hwan.
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