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La sonora marcha de Albert Luque acarreará como consecuencia más inmediata la posibilidad de abrir las puertas de la titularidad a un grupo de futbolistas alejados del área rival por variados motivos, pero que han demostrado que pueden llenar el vacío que el delantero natural de Terrasa deje con su movido traspaso al Deportivo. Tan sólo la llegada de «Turu» Flores y la determinación final de Gregorio Manzano se interponen en el camino de los Carlos, Biagini, Güiza o Tuni.

Teniendo en cuenta que Samuel Etoo es inamovible, pese a la sanción que le mantendrá lejos de la hierba durante el primer mes de competición, parece que la pugna por ser la pareja de baile del internacional camerunés está abierta. Flores, incluído en la operación, sería el refuerzo esperado por Gregorio Manzano. Su cartel es el principal argumento que le permite contar con importantes opciones de asentarse en el once habitual. Lo único que parece preocupar es el estado físico del argentino, cuyo papel en la pretemporada deportivista ha sido meramente testimonial. Ausente de los planes de Irureta, «Turu» dispondrá en el Real Mallorca de una segunda oportunidad para reivindicarse tras una difícil experiencia en tierras gallegas.

La competencia será feroz. Güiza y Tuni cuentan con el beneplácito del preparador jienense. Su instinto goleador ha explotado a lo largo del verano, ganándose a pulso la confianza del entrenador. Güiza ya sabe lo que es jugar en la máxima categoría, mientras que Tuni ha firmado una progesión sin freno desde su salida de Sóller. Su frescura y calidad han agradado a todos los estamentos del club y la afición empieza a ver en él a un relevo de garantías y que tan sólo precisa de más experiencia. Su perfil es el de un jugador crecido en Son Bibiloni, un prototipo por el que la entidad ha apostado con fuerza.

Dos casos plagados de interrogantes son los de dos jugadores con peso en el vestuario. Pese a que el el club le busca una salida a Leo Biagini, el italoargentino insiste en cumplir su contrato y ahora puede ver la luz. Las lesiones que durante las tres últimas temporadas han mermado su rendimiento forzaron una cesión para nada deseada al Portsmouth. Su préstamo es un imposible y su venta parece descartada. Suplir a Luque parece utópico, pero su punto de mira sólo apunta hacia uno de los lugares de vanguardia.

Su situación es más complicada que la de Carlos Domínguez. El hombre que abrió las puertas de la Primera División al Mallorca no ha acabado de contar con la confianza de los diferentes inquilinos del banquillo y, con el alta bajo el brazo, trabaja con la única meta de ganarse la confianza de Gregorio Manzano tras verse condenado a jugar los minutos de la basura o ser el apagafuegos de Luis Aragonés y Sergio Kresic. Un verano a la sombra puede dar paso a un invierno en el que el veloz sevillano puede rescatar algunos de los mejores recuerdos del jugador por cuyos servicios suspiraba Bartolomé Beltrán.