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Era la referencia en ataque, el hombre sobre el que muchas miradas estaban depositadas. Con un período de adaptación exiguo, Walter Pandiani asumió el papel de hombre gol mallorquinista y no desagradó, pese a que, o bien la mala fortuna o el no tener afinado del todo el punto de mira, le jugó una mala pasada.

Manzano le dio amplia libertad, y el punta gozó de ochenta y tres minutos en los que su espíritu de sacrificio y colocación salieron a la luz. Un balón al larguero y cuatro tiros a puerta en total fueron los disparos lanzados desde un «Rifle» al que unos pocos ajustes convertirán en un serio aspirante a ser la pareja de baile de un Samuel Etoo que con la llegada del uruguayo y del «Turu» Flores se sentirá reconfortado en el duro papel de hombre de área.

Fue durante su concurso en la segunda mitad cuando más se dejó ver Pandiani. En el devenir de los primeros cuarenta y cinco minutos, sus números no fueron tan significativos. Un balón perdido, dos pases que llegaron a su destino, un tiro a puerta y una falta recibida fueron su carta de presentación ante una grada que se llevó un agradable sabor de boca con la marcha de los jugadores al vestuario.

Y es que al filo del descanso, Pandiani protagonizó la acción más determinante para los intereses mallorquinistas, pero sus ansias de gol y las ilusiones de la afición se estrellaron contra el travesaño.

Mucho más activo si cabe y bregador en cada una de las acciones que le tenía como protagonista directo o indirecto, el «Rifle» Pandiani disparó por partida triple contra la meta de Santiago Cañizares. Dos asistencias frustradas y una con final feliz, además de un buen puñado de kilómetros, fueron los argumentos con los que se presentó Walter ante la que será su hinchada en la temporada que acaba de arrancar.

El otro rostro incorporado a última hora al proyecto hizo esperar un poco más al siempre sufrido abonado. Fue un cambio que bien podría haber sido una premonición. Pandiani dejaba su lugar entre una sonora ovación a un Flores al que le bastaron menos de diez minutos para meterse al respetable en el bolsillo. Media decena de toques y guiños de su clase provocaron el delirio de los más de veinte mil espectadores que acudieron a la cita.