El Drac Inca entra en una dinámica peligrosa

C.B. TARRAGONA (23+17+26+16):Pau Del Tío (8), Jaume Morales (16), Derrick Bryant (14), Anthony Douglas (4), Lluís Martínez (15), -cinco inicial- Àngel Santana (3), Nacho Romero (13), Esteban Martínez (0) y Nacho Farré (9).

DRAC INCA

(16+15+12+17):Paris Bryant (11), Leo Gutiérrez (7), Alberto Alzamora (0), Javier Bulfoni (18), Rocky Walls (10), -cinco inicial- Sergio Rodríguez (6), Miki López (7), Palacín (1) y Txomín López (0).

Àrbitros:López Garrido (Cataluña) y Muñoz Merenciano (Valencia). Eliminaron por cinco faltas personales a Paris Bryant.

Àrea 11|TARRAGONA

Drac Inca firmó uno de los peores encuentros de la temporada en el peor momento (82-60). El Tarragona se mostró mucho más ambicioso y luchó por hacerse con ebasket average.

La primera mitad presentó a un Drac Inca desconocido respecto al de los últimos desplazamientos. Los de Sastre se veían siempre por detrás en el marcador y alcanzaban rentas en contra superiores a los diez puntos. Los tiros libres seguían siendo la asignatura pendiente de los inquenses, mientras que el cuadro de Pep Clarós se aliaba con la fortuna en cada una de sus acciones.

Dos triples de Morales y Douglas abrían sendas brechas (13-3 y 16-5) y certificaban el extremo acierto de la línea exterior del Tarragona, que se aferraba a sus esperanzas de evitar el playoff por la permanencia e intentaba acercarse abasket average particular, superior a todas luces a favor de un Drac Inca que en la ida arrasó (92-66) al cuadro catalán. Los primeros compases del tercer cuarto no sirvieron para que llegara la reacción y el Tarragona se limitó a mantener la renta a costa de los errores de los inquenses (48-34). Las faltas pasaban factura al grupo de Sastre y el margen no variaba, al contrario, se ampliaba (66-43) peligrando el enfrentamiento directo.

Con el miedo en el cuerpo daban inicio los últimos diez minutos. Drac Inca se descomponía (71-43) y tiraba por la borda sus opciones en un final pésimo en el que no perder ebasket average fue la única obsesión de los de Sastre, que gracias a Bulfoni mantuvieron la renta.