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Será porque está acostumbrado a alcanzar cotas imposibles que Rafael Nadal minimiza sus propios éxitos. La pasada semana disputó su primer Másters Series en Montecarlo, derrotó al vigente ganador de Roland Garros (Albert Costa) y se ha instalado entre los cien mejores jugadores del ranking ATP. El tenista mallorquín ha explotado.
Las últimas generaciones del tenis español han dado la espalda a Wimbledon, a pesar de que los puristas del mundo de la raqueta consideran que es el mejor torneo. Rafael Nadal quiere invertir esta tendencia y ha fijado como su gran objetivo ganar en la cita londinense.

Su trayectoria está plagada de triunfos (campeonatos de Balears, de España, de Europa y del Mundo) y su juego se aleja de viejas concepciones. A Rafael Nadal no le interesa pasar una pelota más que el adversario, simplemente golpea cada pelota con la máxima potencia para que su oponente no pueda devolverla. Lo sorprendente es que con 16 años su porcentaje de aciertos sea tan elevado y que su tenis no tenga fisuras.

En su periplo por las categorías base no ha encontrado ningún rival a su altura. Tan sólo el francés Richard Gasquet -que también estuvo en Montecarlo aunque perdió el primera ronda- puede compararse con el manacorí. Con quince años, y después de enfadarse con los responsables federativos (ganaron el Campeonato del Mundo cadete, pero él y Tomeu Salvá querían intentar asaltar el júnior), comenzó a disputar torneos challengers.

El pasado curso venció en seis torneos de esta categoría, pero seguía dando lecciones de humildad. Otras de sus cualidades es la inteligencia. No le cegó la idea de poder participar en la previa de su primer Grand Slam (Australia) ni pretendió ascender rápidamente buscando torneos sobre tierra batida. Su entorno (su tío Toni Nadal juega un papel protagonista) le recomendó aprender a jugar sobre pista rápida y cubierta ya que hay muchos meses al año que se juega en estas condiciones.

Si la progresión de Rafael Nadal tiene continuidad, el mallorquín será uno de los mejores jugadores del mundo y para tratar de repetir la hazaña de Carlos Moyà (en 1999 fue el número uno) deberá acostumbrarse a jugar en todas las superficies. No parece que deba tener muchos problemas ya que fue semifinalista en la categoría júnior de Wimbledon y antes de jugar en Montecarlo protagonizó excelentes resultados en pista rápida.
En Montecarlo se terminó de ganar el reconocimiento del mundo del tenis. Doblegó a Karol Kucera y a Albert Costa, vigente campeón de Roland Garros, y exhibió un juego alegre y espectacular.
Estas son a priori las semanas más fructíferas para el tenis español. Sobre tierra batida la Armada parece insuperable, pero esta Armada parece que tendrá pronto nuevo capitán. Rafael Nadal ya se codea con las mejores raquetas y tan sólo tiene 16 años. Muy pronto se desatará una nueva Nadalmanía.