Carlos Moyà anticipaba que las victorias nocturnas (el duelo
entre los mallorquines finalizó sobre las 22.30 horas) son malas
compañeras. Rafael Nadal apenas pudo descansar y los planes de ayer
se vieron trastocados por la rapidez con la que finalizaban los
partidos en la pista 1, especialmente el Calleri-Zabaleta, que
finalizó con triunfo para el primero en 50 minutos. En el peloteo
Rafael Nadal ya era consciente de que su pelota no viajaba tan
rápido como lo había hecho en la jornada anterior y el semblante
poderoso de Gastón Gaudio hacía presagiar lo peor.
El porcentaje de servicio de Rafael Nadal no era tan alto como
en el enfrentamiento ante Moyà (consiguió un 91% en el duelo
balear) y su resto era poco profundo. Pero la gran dolencia del
manacorí era la falta de frescura en sus piernas. Nadal es un
tenista que golpea siempre a la pelota con la máxima potencia, pero
necesitar llegar bien a la bola para poder controlar sus golpes.
Ayer, pese a que lo intentó todo (dejadas, subidas a la red), no
encontró la fórmula para doblegar a Gaudio. El argentino rompió dos
veces en cada set el saque de Nadal y se colocó en cuartos donde le
espera Olivier Rochus.
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