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Adrián Huber|AUSTRIA
El piloto alemán Michael Schumacher (Ferrari) logró encadenar su tercera victoria consecutiva de la temporada al imponerse en el circuito A1-Ring, donde se disputó el Gran Premio de Austria, sexta prueba de la temporada, mientras que Fernando Alonso (Renault), pese a haber optado por una acertada estrategia, no pudo completar la carrera por una avería mecánica.

La que probablemente sea la última carrera de Fórmula 1 disputada en el trazado austríaco, reemplazado la próxima temporada en el calendario por el Gran Premio de China o el de Barein, tuvo de todo: salidas nulas, incendios de coches, patinazos, lluvia, sol, trompos y un emocionante duelo final por la segunda plaza. La salida se retrasó primeramente cinco minutos tras ondear las banderas amarillas instantes antes del que semáforo rojo diese paso al verde por problemas en el Toyota del brasileño Cristiano da Matta, quien pasó a ocupar la última fila de la parrilla por provocar la detención.

Alonso decidió salir con su coche de reserva para poder ajustar los reglajes y evitar los problemas que siempre ofrece la primera curva, donde es alto el riesgo de choques e incidentes. Dada su retrasada posición en la parrilla, esta estrategia, pese a hacerle perder un par de segundos en la salida, le permitiría seguir una estrategia a una parada, en lugar de las tres que Renault tenía previstas.

Finalmente, con 20 minutos de retraso, arrancó el Gran Premio de Austria, y Michael Schumacher conservó la cabeza, seguido por Juan Pablo Montoya, Kimi Raikkonen y Rubens Barrichello. Al alemán Hainz-Harald Frentzen (Sauber) se le aguó su trigésimo sexto cumpleaños al no poder tomar la salida por sufrir problemas en su coche. El holandés Jos Verstappen (Minardi) se quedó parado a los pocos metros de arrancar y el coche de seguridad tuvo que salir para controlar la carrera hasta que el coche de Verstappen fuese retirado. Esto convenía a Alonso, quien estaba en decimoquinta posición, pegado a Da Matta, ya que las distancias entre los coches se redujeron.

Cuando se retiró el coche de seguridad, el Kaiser Schumacher empezó a marcar vueltas rápidas de manera consecutiva, con lo que logró abrir un pequeño hueco con respecto a Montoya. Cuando se llevaban disputadas 12 vueltas, empezó a llover suavemente sobre una parte del circuito. El compañero de Alonso, el italiano Jarno Trulli, rodaba sexto cuando se salió de pista con un trompo por la humedad del asfalto, que los comisarios indicaron con la bandera a rayas rojas y amarillas. Trulli reaccionó rápido y consiguió perder un solo puesto.

Fernando Alonso, pese a rodar algo lento en las primeras vueltas, debido a que llevaba el depósitio de combustible repleto, empezó a mejorar considerablemente sus tiempos conforme iba gastando gasolina y, conforme iban entrando los pilotos a 'boxes', fue subiendo plazas hasta colocarse en octava posición, en la zona de puntos. En la vuelta 22, cuando Michael Schumacher realizó su primer repostaje, al desenganchar los mecánicos la manguera de combustible del depósito del coche, se produjeron unas llamaradas que fueron rápidamente sofocadas, pero que hicieron perder al pentacampeón mundial 20 segundos preciosos y se reincorporó a la carrera en tercera posición. Alonso ascendió hasta la sexta plaza. Juan Pablo Montoya iba primero cuando se le rompió el motor de su Williams. Con su Ferrari F2003 GA, Schumacher no tardó en pasar a Raikkonen y recuperar así el liderato. Y, en la vuelta 46, fue cuando Fernando Alonso se tuvo que retirar, al reventar su motor cuando rodaba en octava posición y salirse en una curva tras patinar sobre su propio aceite, dando al traste con una gran carrera en la que la inteligente estrategia adoptada le habría permitido puntuar por sexta vez consecutiva.