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La directiva del Drac Inca ha decidido plantearse seriamente su futuro después de que la presente temporada haya finalizado con un déficit económico que oscila entre los 48.000 y los 60.101 euros (8 y 10 millones de pesetas, respectivamente), cantidad que se agrava más al hacer balance y recordar la deuda histórica del club más representativo del panorama baloncestístico mallorquín, que asciende a más de 222.000 euros (37 millones de pesetas). Los problemas económicos pasan factura a un Drac Inca cuya junta ha decidido darse un plazo de quince días para adoptar una resolución definitiva acerca de su porvenir en la categoría de plata. En ese período de tiempo, los responsables del devenir del club mallorquín valorarán todas las opciones y buscarán soluciones para otorgar viabilidad a un futuro proyecto en la Liga LEB.

La intención pasa por seguir teniendo el centro de operaciones en el Palau d'Esports de Inca, poniendo en marcha un proyecto acorde con las exigencias de una competición cada vez más igualada. De ninguna manera se piensa en renunciar a una categoría que ha costado mucho conseguir y consolidar, pues con ello se perderían todos los avales depositados y se frustraría una ilusión que está a punto de cumplir su octavo año entre los mejores. Los costes que supone mantener un equipo profesional son cada temporada más fuertes, aunque eso no es un motivo de gran alarmismo por parte de los directivos. El canon de participación, los arbitrajes, las fichas de los jugadores -más si se quiere una plantilla competitiva- y en especial los desplazamientos suponen un elevado desembolso para un club modesto dentro de una LEB en la que las diferencias entre equipos grandes y pequeños son cada vez más acentuadas.

El vicepresidente del Drac Inca, Joan Rubert, dejó claro que «de esta forma, va a ser muy difícil mantener este proyecto con un mínimo de credibilidad. Lo que tenemos claro es que no vamos a rendirnos, pero debemos ser realistas y afrontar la realidad tan como es». Una de las grandes preocupaciones de la directiva del Drac Inca reside en los números acumulados a lo largo de las tres últimas temporadas. El agujero económico dejado por la gestión capitaneada por José Antonio Artigas en el curso 2000/01 ha supuesto un lastre del que cuesta recuperarse, pese a que la pasada temporada se logró finalizar con un ligero superávit que contrasta con el déficit de entre ocho y diez millones de pesetas del presente año, cantidad que aún está pendiente del cobro de una serie de cantidades que se le adeudan a la entidad inquense.