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El destino ha querido ofrecerle una nueva oportunidad al Mallorca juvenil, que el domingo en Ponferrada volverá a disponer de una oportunidad para levantar la Copa del Rey y apoderarse de un título que se le ha negado en dos ocasiones. Tras su convicente actuación de Lezama, el grupo que dirige Toni Cazorla se medirá en la final al Espanyol y tratará de redondear un fin de semana histórico para el mallorquinismo. El hecho de jugar la final el día 29, menos de 24 horas después de la final del primer equipo en Elche, contribuye a reforzar el paralelismo que invade la situación. Para ambas formaciones será la tercera ocasión en la que podrán alzarse con el título y ambas apuestan por acabar con un maleficio muy propio de la competición. La cita leonesa supondrá una nueva reválida para conquistar un torneo que le ha dado la espalda y para hacerlo en una fechas que podrían quedar permanecer durante mucho tiempo en la memoria de la hinchada bermellona.

El Mallorca acumula dos intentos fallidos en sus anteriores finales, pero la buena temporada del equipo y su solvencia en el campeonato de liga favorecen el optimismo. La primera de ellas fue en el año 2000, cuando los rojillos se midieron al FC Barcelona en Valdepeñas. Por aquel entonces, el conjunto balear dirigido por Llompart pagó su inexperiencia en choques de este tipo y acabó superado por un plantel culé más firme y sólido que no perdonó sus ocasiones. La segunda ocasión llegó el pasado año, cuando los insulares repetían enfrentamiento contra el Barcelona en Cuenca, ya bajo las ordenes de Toni Cazorla. El bagaje isleño fue más elevado, pero tampoco resultó suficiente, porque tras adelantarse en el marcador los catalanes dieron la vuelta y acabaron imponiendose de forma mínima y apurada.

El Espanyol también ha participado encuadrado en el mismo grupo de liga que los bermellones. Su entrenador es un viejo conocido como Àngel Pedraza y bajo los palos cuenta con la presencia del guardameta mallorquín Biel Ribas. El Real Mallorca ha evidenciado en las últimas fechas una gran capacidad de reacción. En el partido de ida de las semifinales que le midió al Athletic de Bilbao cayó por la mínima tras desperdiciar un buen puñado de oportunidades, pero en la vuelta supo reponerse y remontó una eliminatoria adversa.