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Xisco Cruz|ELCHE
Etoo bajaba del autocar del Mallorca con el puño cerrado y se dirigía al sector de aficionados que esperaban la llegada del equipo de Manzano al Martínez Valero. Poco antes, Raúl Molina recorría el mismo camino con la cabeza agachada. Era una cuestión de actitud, de fe, de sensaciones, algún efecto vinculado a la psicología, una señal. El partido ya había empezado, justo cuando todavía todo formaba parte de la intrahistoria. Luego, Etoo se adueñó de la cita, la manejó a su antojo y convirtió a los baleares en un equipo todavía más grande, más antológico. Primero provocó un penalti y luego le atizó al Recre con dos goles de gran belleza plástica. El Mallorca sigue creciendo al paso que traza Samuel Etoo (3-0).

Un buen puñado de balones perdidos, David Camacho persiguiendo a Ibagaza, Viqueira con la pelota cosida a la bota. Todo iba según lo previsto hasta que Raúl Molina se encontró mirando a los ojos a Leo Franco, allá por el minuto 3, cuando el partido apenas había nacido. Se dio cuenta el delantero andaluz que era muy pronto para ir rajando la cita y estrelló el cuero en el cuerpo del argentino. Apenas había amanecido, pero el Recreativo ya se había atrevido con pisar territorio prohibido. Luego todo volvió a ser como antes; una final áspera, mediatizada por los nervios y sólo desnudada cuando Ibagaza se advertía que era su momento.

Claro que prontó irrumpió Albert Riera, uno de esos tipos descarados capaces de reventar un partido a base de carreras. Por su banda encontró una autovía, y por ahí se empezó a inclinar el choque. Fue cuando Pandiani trazó una diagonal, miró al centro, encontró la complicidad de Etoo y Loren tiró de la zamarra del camerunés, presto para el remate. El uruguayo fusiló a Luque y el Mallorca abrió la puerta (minuto 20).