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Miguel Luengo|LONDRES
La estadounidense Serena Williams levantó por segundo año consecutivo la bandeja de plata que corona a las campeonas de Wimbledon al imponerse a su hermana Venus, que jugó disminuida físicamente por su lesión en los abdominales. Serena se impuso por 4-6, 6-4 y 6-2 en dos horas y tres minutos para sumar su sexta corona del Grand Slam, el cuarto título esta temporada (Abierto de Australia, París (sala) y Miami) y el número 23 de su carrera. Salió convertida en la octava mujer que defiende con éxito su condición de campeona en el All England Tennis Club, precisamente después de su hermana, de quien dijo que es su «fuente de inspiración».

«Venus es una gran campeona y ha sido de toda la vida una gran inspiración para mi», señaló Serena. «Siempre saca a relucir su mejor tenis en los grandes», añadió, «y aunque sabía que estaba lesionada procuré estar pendiente únicamente de la bola».

Serena se impuso en el duodécimo duelo entre ambas, sexto en una final del Grand Slam, y curiosamente el primero de todos ellos en el que la que ganó el primer set no terminó alzándose con la victoria. Su triunfo llevó consigo un cheque por 749.000 euros.

La presencia de Venus en la final estuvo pendiente de un hilo. La dos veces ganadora de Wimbledon no se entrenó el día antes precisamente para prevenir males mayores, y ayer saltó a la pista con muchas dudas, con una muslera en su pierna izquierda, y únicamente para no defraudar a los espectadores. «He salido, por el público, por los aficionados», dijo Venus ante un gran aplauso.

Mark Philippoussis y Roger Federer, dos ex campeones júnior, pugnan hoy por el título principal del torneo de Wimbledon, en una guerra de servicios que promete además calidad.