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Han tenido que pasar seis años para que finalizara un largo y complejo proceso de recogida de datos, material y testimonios para que el deporte mallorquín saldara una de las múltiples deudas que aún le restan pendientes. Pero ésta, en particular, tiene un valor sentimental incalculable. Reunir a más de seiscientos deportistas de leyenda en un espacio reducido y rendirles el tributo que la historia les concede ya es una realidad de la mano del Museu de l'Esport de Mallorca. Los buenos aficionados, los más curiosos, o también los nostálgicos, tienen en La Misericòrdia una oportunidad para hacer un ejercicio de memoria. Este museo pretende transportar a sus visitantes a las raíces del deporte mallorquín, a través de objetos que han ayudado a que nuestra Isla sea una tierra que pueda presumir de sesenta y cuatro campeones del mundo y una cantidad infinita de campeones de Europa y España.

Gracias al Consell de Mallorca y a Maria Antònia Munar, el proyecto capitaneado por Miquel Vidal, director técnico del Museu, ha ido creciendo a base de donaciones desinteresadas. Las primeras poseen un extraordinario valor material y sentimental. El fusil de Joan Gomis, la medalla de oro olímpica de Pepote Ballester, la placa conmemorativa del Campeonato de España conseguido por Carme Guàrdia y la bandera que acompañó a Toni Nicolau por los cinco continentes abrieron una larga lista de objetos entre los que algunos destacan por su peso histórico y su volumen.

La moto Stayer de Antoni Ferrà donada por Guillem Timoner; la motocicleta con la que Jaume Mariano logró el título europeo o la máquina con la que Felip Beltrán finalizó el Dakar-El Cairo ocupan un lugar destacado en la sala principal, una de las dos zonas en las que se divide un Museu que permite realizar en otra de sus estancias un recorrido virtual por la prodigiosa vida de los campeones mallorquines.