El jugador del Real Madrid David Beckham es seguido por los medios de comunicación a su llegada a Son Sant Joan. Foto:JOAN TORRES

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Fernando Fernández
Más que para recibir al Real Madrid, casi un milenar de aficionados se concentraron en la tarde de ayer en Son Sant Joan para ver de cerca al nuevo genio mediático blanco. El nombre de David Beckham fue el único que se pudo escuchar a gritos a lo largo y ancho de la terminal, donde el importante despliegue policial no evitó que algún que otro seguidor pudiera tocar o hacerse una foto con alguno de sus iconos futbolísticos.

La tensión y los nervios fueron aumentando hasta explotar en el momento en el que los pasajeros del vuelo IB5650 procedente de la capital de España comparecían por la sellada terminal. Ante una hilera interminable de reporteros gráficos, el primero en comparecer era el directivo Paco Gento, al que inmediatamente siguió Raúl González, que ni tan sólo tuvo una sonrisa para los que hasta allí se acercaron y soportaron el intenso calor reinante. Desde ese momento, la nómina de estrellas se fue sucediendo, y con ello el movimiento en el interior y el corto pasillo exterior que conducía hacia el autocar.

El brasileño Roberto Carlos fue el siguiente en comparecer, y su velocidad nos recordó sus mejores internadas por la banda, pues prefirió enfilar el camino hacia el vestuario con una sonrisa de complicidad hacia los agentes del orden. Un protagonista secundario fue el «rebelde» Claude Makelele, que se vio eclipsado por el hombre esperado, el jugador capaz de hacer maravillar con un balón y a la vez provocar el delirio con una sencilla mirada. La persona cuyo caché publicitario se eleva hasta las nubes y hace del deporte un negocio jugoso. Era él, David Beckham. Su presencia bastó para que el ambiente resultara ensordecedor, para que el entorno enloqueciera con el nuevo icono del madridismo.