Como si de una incómoda tradición se tratara, el Mallorca B ha
vuelto a caer en otro arranque nocivo para sus intereses. El
filial, pese a los cambios y las revoluciones, sigue sin tomarle la
medida a la categoría y en apenas cinco jornadas ha pasado a ocupar
el farolillo rojo por méritos propios. Cuatro derrotas, diez goles
en contra y tres expulsiones en los tres últimos compromisos, han
dinamitado una arriesgada apuesta por la cantera que este año
alcanza un punto decisivo tras flirtrear en dos ocasiones con el
descenso. Los números desnudan al grupo de Toni Cazorla, pero al
técnico le sobra confianza para sacar adelante la nave bermellona:
«Me gustan los retos y llevaremos al equipo hacia arriba».
Después de un comienzo ilusionante en el campo del Espanyol
(1-1), los números se han vuelto contra el filial y su cuenta
corriente sigue bajo mínimos, algo que el preparador asume como una
inclemencia más de las que se presentan a este nivel. «Lo único que
nos afecta la moral es la forma en la que se nos van los puntos,
pero la actitud es buena y estoy contento con los jugadores. Nos
falta medio paso para que las cosas empiecen a salir como nosotros
esperamos y seguro que lo daremos de un momento a otro» explica el
mallorquín.
En referencia al último varapalo sufrido en el campo del Girona,
Toni Cazorla señala que «ellos no crearon ninguna ocasión y
acabaron llevandose el encuentro de rebote cuando jugabamos en
inferioridad, estamos teniendo mala suerte pero esto tiene que
cambiar».
Para empezar a neutralizar esos errores, el Mallorca B se mide
ahora a un Novelda que circula por el otro extremo de la
clasificación gracias a sus buenas actuaciones. La baja de Camacho
debilitará aún más la defensa rojilla, pero las urgencias empiezan
a cobrar protagonismo y sólo una victoria devolvería el ánimo a uno
de los planteles más jóvenes de la Segunda B.
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