Este logro no es ninguna sorpresa, pues en la partida los
españoles eran la escuadra a batir, pero demostraron tranquilidad y
aplomo en los pocos momentos complicados que hubo y de esa forma
igualaban la hazaña conseguida en 1995, en la ciudad colombiana de
Duitama, cuando Olano lograba el oro e Indurain la plata. El bronce
fue para Peter Van Petengem.
Mejor imposible para el conjunto español, al que se le pusieron
mal las cosas, ya que a las primeras de cambio, en la vuelta
inaugural, cuando tan sólo se llevaban unos ocho kilómetros, Óscar
Sevilla se vio involucrado en una caída masiva y el resultado no
pudo ser más nefasto: abandono.
Astarloa, que logra así el triunfo más importante de su carrera,
tardó en lograr el oro, en recorrer los 258,3 kilómetros, 6 horas,
30 minutos y 19 segundos, lo que significa una velocidad media de
40,029 kilómetros por hora. A una docena de segundos llegaba el
pelotón principal comandado por Alejandro Valverde que ponía la
guinda a esa exhibición de los españoles en el tramo final de la
carrera. El bronce fue para Van Petengem.
Fue una carrera lenta, soporífera y empalagosa, especialmente en
su primera mitad, pues los ataques brillaron por su ausencia y
prueba de ello es que el primero llegaba cuando se cumplían cinco
vueltas, de las 21 que tenían que dar a un circuito de 12,3
kilómetros y el protagonista era el holandés Moerenhout.
Fueron pasando las vueltas sin que nada sucediese y lo más
destacado era un ataque de Van Goleen al que se le unía el suizo
Beat Zberg. El dúo rodó con casi un minuto de ventaja mientras se
lo permitió un pelotón que seguía bloqueado por los italianos y en
el que comenzaban a vigilarse los favoritos, los Bettini y Freire,
que no tuvo su día; sufrió un pinchazo, cambió de bicicleta y al
final tuvo problemas con la cadena.
Fue a mitad de la última vuelta cuando el pelotón despertaba de
su letargo. Se formaba un grupo de media docena de corredores, con
Bettini, Boogerd, Bo Hamburger, Oscar Camenzind, Van Petengem e
Igor Astarloa. Éste atacó a falta de media docena de kilómetros
para el final y lograba abrir un hueco una veintena de segundos.
Diferencia suficiente para llegar en solitario a meta.
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