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Miguel Luengo|MADRID
Fiel a su estilo de juego, de golpeador nato, borrando de una vez por todas el manido cliché de especialista en tierra batida, el español Juan Carlos Ferrero se hizo con su primer título de un Másters Series en pista cubierta al aniquilar en la final de Madrid al chileno Nicolás Massú. Con un concluyente marcador de 6-3, 6-4 y 6-3 en dos horas y media, Ferrero se hizo acreedor al título que recibió de manos del Príncipe de Asturias, y que dedicó esta vez, en vez de a su madre Rosario, fallecida, a su padre, Eduardo.

El valenciano acumula así cuatro esta temporada (Roland Garros, Montecarlo y Valencia) para sumar 14 en su carrera y liderar a partir de hoy las dos clasificaciones mundiales, la Lista de Entradas y la Carrera de Campeones, con pequeña pero suficiente holgura, y encarar el final de año con autoridad. Ferrero redondea una temporada de ensueño, pues además ha sido finalista en el Abierto de Estados Unidos, está clasificado de nuevo para el Másters que se disputará en Houston, y para la final de la Copa Davis.

Sólo quedan tres semanas de competición en el calendario ATP y cinco torneos en juego. Y la lucha por acabar el número uno del mundo se ha desatado desde que la sesión de pista cubierta comenzó recientemente. Ferrero, Roddick y Federer, persiguen esa meta pero es el español el que más posibilidades tiene porque a partir de ahora dependerá únicamente de sus resultados.

En París (27 octubre-2 de noviembre) y con los mismos puntos en juego de Madrid (100 para el campeón), Ferrero sólo defenderá siete, mientras que Roddick y Federer, cuartofinalistas, afrontarán 25.

Ferrero sabía de la importancia de actuar con solvencia en Madrid, y por eso defendió las dos bolas de partido que tuvo en contra del surafricano Wayne Ferreira en la segunda ronda, como si le fuera la vida en ello. Cuatro días después, tras ganar enteros en su juego, ha confirmado que la constancia tiene su fruto.

Contra Massú lo tuvo más fácil de lo que él mismo esperaba. El de Viña del Mar, dotado de un gran físico y una fe sin fronteras, intentó contrarrestar la mayor gama de golpes del español a base de hacer kilómetros en la pista central del Rockódromo y llevó el partido a donde sabe, al fondo de la pista y a buscar el fallo.

Massú tuvo únicamente una oportunidad de enderezar el duelo cuando en la tercera manga quebró por primera vez el saque del español (2-4) y dispuso luego de dos puntos de ruptura para igualar 4-4. Dos «aces» seguidos de Ferrero (11 en total) cortaron sus alas, y ahí se apagó su estrella.

El duelo no resultó demasiado proclive en cuanto a aciertos, pues Ferrero acabó con 27 errores no forzados, por 36 de su rival, pero el español, a pesar de que jugó con su muslo derecho vendado, solo permitió que le robasen su servicio una vez de cinco intentos, mientras que Massú lo perdió cinco veces, de diez oportunidades.

El chileno, eso sí, derrochó valentía en el punto final cuando todo el público encima, hizo caso omiso al miedo, y sacó y subió a la red a dar la cara. Su coraje no estuvo a la altura de su técnica en la volea, porque la envió fuera.

«Estoy un poco triste», dijo Massú tras recibir también el trofeo de subcampeón de manos del Príncipe de Asturias, «es normal; tenía que haber ganado este torneo pero de todas formas ha sido una semana muy buena para mí».

«Enhorabuena a Massú que ha mejorado mucho este año», comentó Ferrero. «Ha vencido a jugadores de gran calidad y está ya entre los mejores. Gracias también a su Alteza Real por su presencia, y a toda la gente de Madrid que ha venido a apoyarme y a la gente de España, y a todo mi equipo. Este triunfo en vez de dedicárselo a mi madre, que estará allí arriba, se lo dedico a mi padre», finalizó Ferrero.