Si el presente es inquietante, el futuro es como para echarse a
temblar. El Mallorca ya divisa etúnel del miedo, una ruta de
espigas que pondrá a prueba su verdadera capacidad de
supervivencia. El Barcelona y los dos primeros clasificados del
torneo doméstico, Deportivo y Valencia, retarán al grupo isleño en
una semana de vértigo, siete días de pasión que pueden clarificar
el panorama o, por el contrario, acercarle a los infiernos.
El Mallorca no disfruta precisamente de días de vino y rosas. La
derrota en el Calderón le ha empujado hasta los suburbios de la
tabla. Su pobre racha -sólo ha sumado dos de los últimos 15 puntos
en juego- tiene reflejo en la clasificación y el equipo de Luis
ocupa posiciones de descenso directo por primera vez desde la
tercera jornada de la pasada temporada, el 22 de septiembre de 2002
para ser exactos, cuando también el Atlético de Madrid (0-4 en Son
Moix) le empujó hasta la última posición.
La triada llega en el peor momento posible. O no. El Mallorca de
la primera etapa de Luis se convierte en el azote de los grandes y
saldó con grandes resultados sus enfrentamientos consecutivos con
Deportivo, Barcelona y Real Madrid. Aquel equipo, que afrontó
aquella situación con sólo una victoria y anclado en la tabla, tomó
oxígeno con catorce de los 18 puntos en juego y ninguna derrota
ante los grandes.
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