Con Luis el equipo ha ganado en dos de los tres últimos encuentros fuera de la isla

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El Mallorca había perdido en Albacete y el equipo entraba en coma. Un día más tarde, el 30 de septiembre, el consejo de administración de la SAD balear se reunía en la planta noble de Son Moix y acordaba la destitución de Jaime Pacheco, el técnico portugués contratado a principios de verano. Apenas un par de días más tarde, aparecía el nombre de Luis Aragonés como futuro inquilino del banquillo. Pensaban los gestores del club que el técnico de Hortaleza iba a actuar como un salvavidas, y un par de meses más tarde los números denuncian que la llegada del entrenador madrileño ha tenido un efecto flotador en el equipo: ha dirigido los mismos partidos que Pacheco y Llompart (seis), y en esas mismas citas ha conseguido cinco puntos más, algo que ha sacado al Mallorca de la ruina.

Aragonés asumió el mando en la Copa de la UEFA coincidiendo con la visita a Son Moix del Apoel Nicosia, y allí empezó a progresar el equipo. Antes, los números del equipo eran enclenques: un triunfo ante el Zaragoza y derrotas dolorosas, como la de Bilbao (4-0). El técnico no quiso aplicar el bisturí en el once y mantuvo el mismo bloque que había empatado ante Osasuna, pero ya se pudo advertir que Correa iba a tener una cuota de participación muy grande en el nuevo proyecto. Superada la eliminatoria europea, Luis se encontró de bruces con su primer compromiso de Liga. Era en Madrid, y ante el Atlético. Tras una semana marcada por una enconada polémica con Manzano, el Mallorca salió mal parado en el Calderón. Perdió en el último minuto, después de que un golpe franco de Jorge Larena acabara con un buen partido de Etoo, que pudo haber sentenciado poco antes. Colsa y Nagore ya eran los dueños del centro del campo, mientras Nené y Bruggink, que fueron titulares en el Manzares, parecían tener las horas contadas. A cuatro días del partido de vuelta de la Copa de la UEFA en Mallorca, el FC Copenhague cedió un inexplicable empate en casa contra el AGF (1-1) que le aparta casi definitivamente de la lucha por el título de la liga danesa de fútbol.

Ahora todo parece tener otro color, mejor pinta. Después de estar metidos en el barro durante un buen tramo del torneo, da la sensación de que la dinámica rojilla está cambiando, porque se han conseguido tres victorias y porque el equipo tiene otro aspecto. La mano de Luis se ha notado en el carácter que le ha imprimido a la plantilla, pero también en las decisiones que ha ejecutado. Ha rescatado del anonimato a Nené, le ha dado partidos a Correa, y ha creído en la sociedad formada por Nagore y Colsa. Además, ha conseguido encontrar una pareja de centrales solvente y hasta Olaizola parece adaptado a su nueva ubicación, en la banda izquierda. Al margen de todo eso, también ha sellado todas las fugas que tenía el vestuario, como el enfrentamiento entre Olaizola y Nadal, e incluso anticipó que no se volvería a hablar de la marcha de Etoo hasta junio. Todo, para conseguir que el Mallorca cambiara de ruta.

Tampoco varió el dibujo Aragonés ante el Barça, pero metió a Marcos en el círculo central en sustitución de Nagore, en busca de mayor equilibrio. El resto tuvo una nueva oportunidad, la última antes de iniciarse el proceso de regeneración. El Mallorca perdió una cita marcada por el temprano error de Leo Franco, que le dio el visto bueno al triunfo azulgrana. El conjunto balear firmaba con esa derrota su peor arranque en los últimos veinte años, y todo se agravó con las manifestaciones de Etoo, que insinuaba que su ciclo en el club se agotaba. En medio del caos, llegó la visita a Riazor. El grupo bermellón se medía al líder del campeonato, el que parecía mejor equipo de Europa en esos momentos. Nagore regresó al once, Stankovic suplió a Nené en la izquierda y Correa formó pareja de ataque con Etoo. El equipo mejoró y llegó la primera victoria lejos de Palma, un triunfo de prestigio que debía ayudar a iniciar la rehabilitación.

Claro que luego llegó la bofetada del Valencia, que frenó en seco la euforia. Con todo, se notó el cambio de actitud, porque el equipo no se entregó ni cuando perdía 0-2 jugando en inferioridad numérica.

Después de ganar en Copenhague, el Mallorca regresó a la Liga ante un rival directo por escapar de la zona de peligro, el Murcia. Nené, que había firmado un partido notable en Dinamarca, tuvo continuidad en la banda izquierda y Toni González ocupó plaza en el lateral de ese carril. Los isleños consiguieron un triunfo balsámico después de haber sido abofeteados por el Valencia siete días antes, y de paso cerraban una hemorragia que se había abierto en casa el 3 de septiembre, cuando los rojillos ganaron al Zaragoza por última vez. Luego, la visita a Anoeta, la victoria y noveno punto.

A quince partidos para el final de la competición, y a dos del parón invernal, el actual campeón es tercero, a nueve puntos del Broendby -que aprovechó la derrota del Esbjerg para recuperar el liderato-, una distancia muy difícil de recuperar en una liga como la danesa.