Soler disfrutó de una despedida a la altura de las
circunstancias y el club le obsequió con una de las fechas más
preciadas del calendario para que pudiera tener su último contacto
con un recinto en el que ha alcanzado su mejor nivel. Con las
gradas del estadio casi a rebosar y con los últimos campeones
nacionales sobre el tapete, el mallorquín irrumpió en el terreno de
juego sin botas y ya sin la necesidad de vestir de corto. Le
acompañaban sus dos hijas y en los escasos metros que van desde el
pasillo de vestuarios al terreno de juego, la grada se puso en pie
para recibir al medio con una de las ovaciones más cerradas de su
extensa carrera.
Después de recibir las felicitaciones de Olaizola y Raúl como
capitanes de ambas formaciones, Soler recibió la insignia de manos
de Alemany y tuvo la oportunidad de despedirse mediante una breve
parlamento que no llegó a completarse debido a los aplausos y
cánticos que llegaban desde todos los puntos del recinto. El ex
jugador agradeció el apoyo recibido a lo largo de todos estos años
y dijo adiós de forma oficial a la capitanía en medio de un
ambiente excepcional. Al mismo tiempo el club proyectó un video en
los videomarcadores del estadio en el que se recogían algunos de
los momentos más brillantes de su carrera, como su participación en
las finales que ha disputado el equipo o la consecución de la Copa,
que él mismo se encargó de levantar con Nadal.
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