Carlos Montes de Oca
Las crisis tienen estas cosas, que cuesta mucho salir de ellas. Las manos sudan, el balón quema y la cabeza se nubla. Lo fácil se convierte en difícil y lo difícil, en imposible. El Mallorca anda metido de lleno en las tinieblas. Lleva un mes y medio sin ganar y la luz no se adivina al final del túnel. Ayer alteró su guión perdedor, atrapó un punto después de cuatro derrotas seguidas, pero las puertas de la recuperación se le cerraron en sus propias narices cuando ya divisaba la salida del laberinto. Mario Regueiro frustró la mejoría indígena con un golazo después de que Colsa hubiera convocado a la alegría. Entre medias, un par de ocasiones malgastadas que se lamentaron en el vestuario. El empeño de Miquel Àngel Nadal, que acabó como delantero centro, no bastó para variar el curso de la tarde (1-1).
El primer acto fue un cúmulo de despropósitos, una ración de desaciertos, pases al enemigo y tarjetas. Fue un primer tiempo para tirar a la basura, sin apenas nada que echarse a la boca. En el segundo, un buen arranque indígena alteró a la grada, descentró al Racing e invitó a soñar con la victoria. Colsa abrió la lata, Perera y Correa desperdiciaron el segundo y el Racing aprovechó el desconcierto que provocaron los cambios de Luis Aragonés para equilibrar la batalla.
Sin los artistas Samuel Etoo y Rodolfo Bodipo en la arena, los obreros recobraron protagonismo y el espectáculo se resintió. El partido se convirtió en un intercambio de golpes en el centro del campo. El Mallorca intentó jugar en campo contrario, domesticar el balón y hurtárselo al Racing. El equipo cántabro perdió de vista la pelota, se dejó dominar y se sintió asfixiado en algún tramo del primer acto.
Con Nagore y Colsa metidos en el laberinto, el Mallorca buscó con reiteración a Finidi, que se estrenaba como titular. El nigeriano, que arrancó con chispa y acabó silbado, probó fortuna con un disparo que atrapó Ricardo y, minutos más tarde, no llegó por milímetros a un buen servicio de Nagore.
Las ganas de Finidi no encontraron acompañamiento. Correa se enredó en algunas jugadas y Bruggink se cansó de pelear balones aéreos. El partido pudo cambiar de rumbo a los veinte minutos si el colegiado hubiera apreciado intención en unas manos de Pablo Casar dentro del área tras un centro de Lussenhoff.
Con la media hora rebasada, el grupo de Luis coqueteó con el gol. Fue tras un centro de Toni González, una dejada de Bruggink y un remate de espaldas de Colsa que escupió el larguero.
El Racing ofreció variedad de recursos. Con un doble pivote contundente y creativo, el balón discurrió con facilidad entre las piernas de los atacantes. Benayoun, Javi Guerrero y Regueiro vivieron al borde del fuera de juego. El Mallorca, de forma sorprendente, avanzó su línea de fondo más metros que de costumbre y los ataques foráneos murieron en el banderín del asistente. Un cabezazo de Mora y una gran jugada de Matabuena, que definió mal ante Leo Franco, echaron el cierre a una primera parte desangelada.
El Mallorca salió valiente y torero tras el descanso. Su actitud mejoró y la fortuna en el remate le acompañó en la primera ocasión que asomaba la cabeza en terreno enemigo. Fue a los dos minutos. Nagore botó una falta, Colsa se adelantó a su par y conectó un cabezazo que durmió en la escuadra. El Mallorca vivió sus mejores minutos tras el gol. Momentos de esplendor, de fútbol combinativo, aderezado con un empeño en la presión que complementó adecuadamente la magia y el toque. Jugaron los mallorquines a una mayor velocidad de crucero. Enfrente, el Racing no corrió, apenas trotó y se dejó zarandear por un adversario tan serio en defensa como chispeante en ataque.
Correa desaprovechó el segundo tanto. Bruggink vio el desmarque de Petete y le envió el balón, éste penetró en el área, optó por driblar ante la presión de un defensa y desperdició la ocasión. Perera también contribuyó al desacierto. El extremeño le miró los ojos a Ricardo en un mano a mano, pero disparó al muñeco ante la desesperación del banquillo.
Dos de los recambios de Lucas Alcaraz, Jonathan y Raúl, intentaron el rescate, agobiaron a Leo Franco e hicieron sudar a los isleños. Luis también movió piezas. Sin demasiado tino, por cierto. Metió a Perera por Toni González y a Edu Moya por Olaizola, que había sujetado bien al peligroso Regueiro. El extremeño, debutante en Primera, entró nervioso y la defensa se contagió. El Racing tumbó al campo hacia ese costado y ahí se originó el empate. Javi Guerrero controló un balón, metió en profundidad a Jonathan, éste centró sin la oposición de Edu Moya, que andaba por otros lares, y Regueiro envió un zurdazo a la escuadra.
El gol llegó dos minutos después de que Luis hubiera sacrificado a Bruggink para dar entrada a Nadal, que se ubicó junto a Nagore. Colsa envió al fondo norte la última ocasión del encuentro y el Mallorca rifó su suerte a algún cabezazo de Nadal que nunca llegó. El punto deja al equipo en tierra de nadie, sin aspiraciones europeas ni temores de descenso. Al menos de momento...
Han tenido que pasar catorce partidos de Liga para presenciar el primer empate del Real Mallorca desde que Luis Aragonés es su entrenador. Y es que, hasta el partido de ayer ante el Racing, los números del técnico madrileño en su segunda etapa en la Isla eran de seis victorias y siete derrotas.
Aunque el 1-1 no le sirvió para culminar la recuperación, el Mallorca evitó ayer la quinta derrota consecutiva, que hubiera supuesto su peor marca desde que regresó a Primera en el verano de 1997. El Mallorca se sitúa ahora con 24 puntos, tres puntos menos que la pasada temporada.
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