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Óscar Freire y Erik Zabel recuperaron la esencia del sprint. Dos de los llegadores con la punta de velocidad más alta del pelotón ofrecieron un espectáculo de los que hacen afición, teniendo como testigo de excepción a Allan Davis. El vencedor de la primera etapa no pudo seguir la rueda del cántabro y el alemán, que aprovechó el excelente lanzamiento y el sobrio trabajo de equipo efectuado por el Rabobank para dirimir la victoria en la última pedalada. Pero después de quedarse con la miel en los labios, el de Torrelavega enmendó su segunda plaza en el Passeig Marítim con una victoria balsámica y que adquiere una trascendencia básica para los intereses del conjunto holandés y del propio Freire, que con un tiempo de 3:57:39 accede al liderato del Gran Premio y otorga mayor solvencia al palmarés de la Challenge.

La segunda etapa, con centro de operaciones en el Port d'Alcúdia y 159 kilómetros en los que el Coll d'Honor realizó la pertinente criba, parecía feudo de los llegadores. Pero el ruso Mikhail Ignatiev (Lokomotiv) quiso ser el gran protagonista, al iniciar en el kilómetro cuatro la fuga de la jornada. Sin que el pelotón le diera importancia, Ignatiev fue adquiriendo ventajas relevantes, que en la cima del Coll d'Honor alcanzaron los 5:50. A esas alturas, el Illes Balears-Banesto pidió paso y se hizo con la manija del pelotón. Aitor Osa, David Navas y Toni Colom copaban sus primeras posiciones, e incluso López Gil se permitió el lujo de probarlo durante unos metros en compañía de Zabel. A esas alturas, el margen de maniobra con el que contaba el escapado rondaba los cinco minutos. Ignatiev, aprovechando el avituallamiento, intentó recuperar el terreno perdido, pero camino de Santa Margalida, poco podía hacer, pues los equipos implicados en la lucha por el sprint ya habían pisado el acelerador y no había mucho que hacer.

En el kiómetro 137, con el Port d'Alcúdia a la vista, finalizaba la aventura del rodador del Lokomotiv. Entonces, era la hora de los bloques diseñados para lanzar a sus líderes. Rabobank, T-Mobile, Liberty Seguros y Phonak tomaron posiciones y fueron allanando el terreno, aunque algunos ciclistas de la selección española de pista, caso de Gaizka Lejarreta o Asier Maeztu, se encargaron de animar un poco más un final de etapa que se antojaba movido y emocionante. Con los desarrollos a máximo rendimiento, el pelotón se hizo con el ancho de la calzada, aunque su punta era propiedad del Rabobank. Los holandeses tenían claro el procedimiento para que Freire estrenara su palmarés en el 2004. No en vano, a falta de un kilómetro eran los que ocupaban las primeras plazas, escondiendo a su carta ganadora, que padecía el marcaje de sus más temidos rivales.